lunes, 31 de diciembre de 2012


Lo peor de los recuerdos
es que a veces pueden, literalmente, perforarte el alma.

Capitulo setenta y tres (primera parte).
Enciendo la radio y sonrío al ver que se escucha “Hogueras” de fondo. Voy de camino a casa de mis padres después de pasar la noche con él… Otra vez. Suspiro y fijo la mirada en los coches que me adelantan. ¿Pasar la noche con él? ¿Se le puede llamar a eso quedarte dormida en su sofá durante toda la noche? Supongo que sí.

Giro el volante y me agarro a él con fuerza. Lo peor de todo es despertarte y ver que no esta… Que se ha ido a la cama y una vez más, me ha dejado sola. Dejo una mano en el volante y con la otra comienzo a cambiar la emisora. No sé de que me quejo…¿No sé supone que es lo que haria un amigo? ¿Y no sé supone que eso es lo que somos? Pero ¿eso es lo que quiero?

Sacudo la cabeza y miro la lluvia caer mientras dejo mi mente volar…

“Deje la maleta a un lado y salí corriendo a la terraza sintiendo sus pasos detrás de mi.

-Adoro estas vistas… -dije mirando hacia la playa.

-Esta el cielo muy oscuro ¿no? –dijo colocando la barbilla en mi hombro mientras se abrazaba a mi cuerpo- tiene toda la pinta de que va a llover.

-Me gusta la lluvia –dije girando mi cabeza para buscar su mirada.

-¿No era que querías ponerte morena? –dijo girando la cabeza y depositando un pequeño beso en mi mejilla.

-Bueno no pasa nada, tengo todo el verano… -y me separe de su cuerpo mientras sonreía- no todos los días puedo disfrutar de las vistas de Los Ángeles mojado.

-Entonces ¿quieres que salgamos? –agarro mi mano para deslizarme a la habitación.

-No, no, no –dije abrazándome a él- quedémonos hoy aquí, viendo una peli, con la lluvia, calentitos…

-Me parece un buen plan, señorita –dijo chocando nuestras narices- ¿Estas cansada?

-No mucho, la verdad –deje un pequeño beso en sus labios y me separe de él para abrir la maleta y buscar el pijama- pero me duele todo el cuerpo de estar tanto tiempo sentada… No estoy acostumbrada.

-Es que eres un culo inquieto, Pedroche –dijo sonriendo mientras rebuscaba en su maleta.

-Y tú eres un perro, Martínez –y le saque la lengua mientras entraba al baño.

-¿Qué canal pongo? –le escuche gritar mientras empezaba a desmaquillarme.

-No sé, busca hasta encontrar alguna película –dije ya saliendo del baño.

Sonreí al verle tumbado en la cama con el pijama puesto y escondido entre las sabanas. Fui acercándome poco a poco hasta sentarme a su lado.

-Estás adorable así ¿lo sabes? –y pegue su frente a la mía con una sonrisa tierna en los labios.

-Yo siempre estoy adorable –y entrelazo sus manos alrededor de mi cuello.

-Bueno, eso es discutible…-dije dejando un pequeño beso en su mejilla.

-No creo que haya mucho que discutir… -dijo con una sonrisa- dudo mucho que te vayas con hombres poco adorables a Los Ángeles.

-¿Hombres poco adorables? –soltando una pequeña carcajada.

-Sí, hombres poco adorables –con una sonrisa burlona.

-La verdad es que yo no suelo ir con hombres a Los Ángeles, ni adorables, ni “poco adorables” –y le di un pequeño mordisco en la mejilla.

-¿Por qué no te pones el pija y te metas en la cama para que te pueda dar mimitos? –dijo colocándome el pelo detrás de la oreja.

-Me parece –dejando un pequeño beso en sus labios- una –otro- muy –otro- buena –otro- idea.

Me separe de él y comencé a desvestirme mientras él me seguía con la mirada.

-Tampoco hace falta que te vistas si no quieres… -dijo con una sonrisa picara.

Me reí y empecé a ponerme el pijama. Cuando acabe estaba con el móvil en las manos y la mirada fija en él.

-Martínez –metiéndome a su lado en la cama- ¿te das cuenta de que eres adicto a la tecnología?

-Lo sé –con una sonrisa culpable mientras yo me abrazaba a él- pero es que estoy hablando con Flipy… Enseguida acabo  ¿vale?

-Vale…-dije con desgana- ¿Me dejas el mando mientras?

Él sonrió y me paso el mando con la mirada fija en el teléfono. Pasaron cinco minutos, diez, quince, veinte… Y al final me quede dormida con él al otro lado de la cama pero a millones de kilómetros de mi.

domingo, 23 de diciembre de 2012


Es tan difícil mantener la compostura
y fingir que no veo las curvas de tu cuerpo bajo la ropa.
Y tu risa es tan pura e inocente,
es aterrador saber tan bien el sitio al que no debo ir.

Capitulo sesenta y dos:
Abro los ojos mientras escucho la música de fondo, la luz de la tele es tan fuerte que duele. Cierro los ojos y dejo caer la cabeza nuevamente contra el sofá. Noto un cuerpo pegado al mío y no me hace falta abrir los ojos de nuevo para saber quien es, podría distinguir su olor en una sala llena de gente… Es extraño el efecto que los olores tienen en mi, la mayoría no le hace demasiado caso a los olores, solo importa el tipo perfume, colonia o gel que utilizan pero como en la mayor parte de las cosas de esta vida, no es tan sencillo.

Un olor puede decir mucho más de una persona o lugar que cualquier relato que se pueda escribir sobre él. Olor a casa, a hogar… Creo que ese es el mejor olor del mundo pero no necesariamente tiene que estar en una vivienda, es más, creo que casi nunca esta en las viviendas, esta en las personas. Cuando te dejas arropar por los brazos de alguien y pegas su cuerpo al tuyo e inhalas su olor… Un gesto tan normal, tan simple, tal vulgar… Ese simple gesto, puede hacerte volver a casa. Y yo, me siento en casa.

A pesar de todo, abro los ojos y analizo detenidamente sus facciones. Parece tan pequeño cuando esta dormido… Tan tranquilo, tan inofensivo. Sonrío al pensar en eso, en realidad él casi siempre es inofensivo, aunque se niegue a creerlo. Alargo el brazo y agarro el mando que tiene preso entre su brazo y su pecho, se revuelve y vuelve a quedarse inmóvil. Apago la tele y vuelvo a fijar mi mirada en él.

Hace ya dos meses que no entiendo nada. ¿Se supone que siempre vamos a seguir así? ¿Ser amigos, sin más? Detesto el hecho de estar con él y no poder acurrucarme en sus brazos, perderme en sus ojos o simplemente agarrarle de la mano pero a pesar de todo, siempre que llama, no puedo evitar decirle que si. Sé que tengo que acostumbrarme a esta situación, a ser amigos, a no pensar en el pasado… Se supone que cuando has querido tanto a una persona y has compartido tu vida con ella, es más fácil llevarse bien. El problema esta, en que yo sencillamente no me quiero llevar bien con él.

Quiero discutir, pelearnos por el canal de la tele, llamarle pesadilla y que él grite a los cuatro vientos que soy una niñata. Quiero que todo sea difícil y complicado. Quiero mirarle y ver que sus ojos están llenos de furia pero que al posar su mirada sobre mi siga viendo ese brillo tierno en sus ojos. No quiero esto, no lo quiero joder. Yo no sirvo para salir por ahí para hablar de cualquier chorrada, ni para ver películas en su casa mientras los dos estamos en puntas extremas del sofá.

Suspiro y bajo mi mirada a sus manos. Esta siempre tan distante, tan frío… Es como si de alguna manera hubiera desarrollado alguna especie de alergia hacia mí. Ni si quiera al darme dos besos puede evitar ponerse rígido, como si fuera el peor de los castigos. Esta claro que yo no entiendo a los hombres y sé bien que jamás llegare a entenderlos pero él… Todo él es un jodido enigma.

A veces me pone tan nerviosa que me dan ganas de pegarle, pero pegarle de verdad, para hacerle daño. ¿Cómo es posible que pueda hacer como si fuéramos amigos de toda la vida, sin la más minima dificultad?  Se supone que me quiso, o que me quiere, la verdad es que no lo sé bien… El caso es que, nadie actúa así con una persona de la cual que a estado enamorado. Pero él es él… Y sin duda es todo un caso aparte.

Estiro el brazo y agarro mi móvil. Subo un poquito las manos y le enfoco con la cama… Me gustaría que estuviese siempre así, cercano, tranquilo. Aprieto el botón y guardo el móvil con rapidez al darme cuenta de que no le he quitado el sonido. Me acerco más a él y comienzo acariciarle la cara…

“-No te pongas así –dije abrazándome a él- sabes que no lo han hecho aposta, además, no ha sido culpa suya.

-Sí, lo sé –dijo tranquilo, aunque yo podía ver la furia en su mirada- pero sé como es la gente, mañana abran sacado las cosas de contexto y seguramente ya nos den por casados.

-¿Y? – saque las llaves para abrir la puerta de mi apartamento y alce la mirada hacia él.

-¿Cómo qué “y”? –y entro delante de mi sin ni si quiera esperar a que yo pasara- que empezara todo el barullo, y ala, otra vez a salir en las portadas.

-¿Y que tiene eso de malo? –dije cerrando la puerta y acercándome más a él- seguramente te ayudara con la publicidad para Guasap!.

-Yo no quiero ese tipo de publicidad –dijo cruzándose de brazos mientras seguía mirándome fijamente- Y más, cuando solo se trata de suposiciones y trolas.

-¿Tan malo seria que pensaran que nos vamos a casar? –y esta vez fui yo la que se cruzo de brazos y le dedico una mirada glacial.  

-Sabes muy bien que no es eso… -acercándose más a mi y cambiando el tono de su voz a uno más calido.

-La verdad es que ya no lo sé pero desde luego, es lo que parece –y desvíe la mirada hacia la encimera para evitar encontrarme con sus ojos- acepto que tengas que estar pendiente de Guasap! y que apenas tengamos tiempo para estar juntos, es tu trabajo y sé que es lo que te hace feliz. Acepto acortar nuestro viaje a los Ángeles para que puedas ponerte manos a la obra y empezar con las reuniones y hasta acepto que últimamente este un poco borde pero no aguanto que a la minima señal de compromiso ya empieces a ponerte las deportivas para echar a correr. Yo necesito algo más, Dani –y luche con todas mis fuerzas para poder mirarle mientras veía el dolor en sus ojos- necesito saber que cuando todo esto acabe, nada habrá cambiado. No te hablo de boda, ni mucho menos, pero necesito tenerte cerca, últimamente todo a cambiado tant….

-Shh –dijo acercándose a mi y pegándome a su cuerpo- tienes razón. Últimamente no sé que me pasa, supongo que son todos los cambios y los nervios… Pero me estoy empezando a potar como un gilipollas. Sé que he sido yo el que ha sacado el tema de la boda y que he metido la pata hasta el fondo pero no me he dado cuenta de que estábamos en la radio hasta que ha sido demasiado tarde. Simplemente se me ha ido la cabeza y al darme cuenta de lo que he hecho, me he cabreado conmigo mismo. Tú no tienes la culpa, chiquitina y no tengo que pagar contigo mis cagadas.

-Eres un niñato –dije escondiendo mi cara en su cuello pero sonriendo.

-¿Perdona? –y escuche una pequeña risita mientras las palabras salían de su boca.

-Lo que has oido –me aleje para mirarle y sonreí.

-Te aseguro –dijo pegando sus caderas a las mías y comenzando a besar mi cuello- que no soy ningún niñato. Es más –metió la mano por debajo de mi camiseta para empezar acariciar mi tripa- me voy a pasar toda la noche demostrándotelo.”

Comencé a notar como empezaba a moverse y me separe rápidamente. El me miro y sonrío medio dormido.

-¿Te quedas a cenar? –dice levantándose y poniéndose de pie pero sin apartar la mirada de mis ojos.

Y una vez más, soy incapaz de decirle que no.

sábado, 22 de diciembre de 2012


¿Aún puedes ver mi corazón?
Toda mi agonía se desvanece, cuando me sostienes en tu abrazo.
Capitulo sesenta y uno:

-Llegas temprano –dice con una sonrisa mientras mis ojos se deslizan por todo su cuerpo, tapado (apenas) por una toalla enredada en su cintura.

-Un tio muy pesado insistió bastante en que yo no llegara tarde –digo dejando un beso en su mejilla y cruzando el umbral de la puerta.

-¿Si? –y guiña un ojo de forma coqueta mientras dice muy serio:- no deberías hacerle caso a los pesados.

-Ya, me he dado cuenta al ver que al final el tardon era él –y señalo la toalla sin poder reprimir una sonrisa.

-Tampoco vas a ver nada que no hayas visto ya… -dice en tono burlón mientras comienza andar hacia el baño.

-¡Daniel! –digo tirandole un cojín de los que había justo a mi lado, encima del sofá.

-Pues sentarte, si eso, aunque no creo que tarde mucho –y se para justo antes de llegar a la puerta- por cierto, tengo una sorpresa.

-¿Qué…? –y cierro a la boca, al ver como él cierra la puerta del baño ignorando mis palabras.

Comienzo a dar vueltas rodeando todo el salón, todo esta tal y como lo recordaba… Bueno, creo que hay más fotos que la ultima vez que vine, pero claro, de eso hace ya más de cuatro meses. ¿Cuatro meses? Yo diria que han sido algo así como cuatro largos años interminables. Sonrio al ver nuestras manos entreladas mientras sonreimos a la camara y yo tengo en brazos a la hija pequeña de Chuspy. El bautizo… Uau ¿hace tanto de eso? Creo que realmente he perdido la noción del tiempo. Todo cerca y lejos a la vez.

Me giro y veo su mirada analizarme lentamente, no es una sorpresa, había oído la puerta pero me mira de una manera muy diferente a cuando entre por la puerta. Lo veo cruzarse de brazos y no puedo hacer otra cosa, que intentar retener la sonrisa en mis labios.

-Cuesta creer que haya pasado tan poco tiempo desde esa foto ¿no? –dice acercándose al salón.

-¿Poco? A mi me parece que a pasado muchísimo tiempo… -digo encogiéndome de hombros y volviendo la mirada para analizar la foto- Se nos ve muy felices.

-¿Hace falta que diga que lo éramos? –me giro y encuentro una pequeña sonrisa melancólica en sus labios- por lo menos, lo que yo recuerdo, claro.

-Bueno –y consigo esbozar la más falsa de las sonrisas- dejemos de hablar de esas cosas. El pasado esta bien tal y como esta ¿no? ¿De que sirve removerlo?

Yo no quiero remover nada. Quiero empezar de cero tú y yo… Nada de Dani Martínez y Cristina Pedroche. La pesadilla y el niñato… Solo eso. Noto como las palabras se me atascan en la garganta. Quiero acercarme, abrazarle, olvidarme de todo… Pero él parece tan distante. No lo entiendo. A veces parece que esta dispuesto a empezar de cero, a dejarse llevar, y  sin embargo otras veces es como si estuviéramos en universos diferentes y él fuera inalcanzable. No para de enviarme señales contradictorias.

En fin, y luego dicen que las complicadas somos las mujeres…

-Ey –dice chasquean los dedos delante de mi cara- te has quedo empaná, Pedroche.

-Arg –digo agarrando sus dedos y apretándolos con fuerza en mi mano- sabes que odio que hagas eso.

-Por eso mismo lo hago –y sus ojos se chocan con los míos mientras en su cara de dibuja una sonrisa burlona.

-Eres una pesadilla –digo soltando su mano y empezando a caminar hacia la cocina- Tengo hambre ¿Sabes? Espero que por lo menos ya tengas hecha la comida…

-La verdad es que ha tenido suerte, señorita –dice colocándose a mi lado cuando freno en la cocina- la comida ya esta lista y solo queda calentarla y poner la mesa.

-¿Calentarla? –y sonrío mirando hacia el taper que había encima de la encimera- ¿Tu madre, no?

-Si, mi madre –y mete directamente el recipiente en la encimera mientras yo le sigo atentamente con la mirada- ¿qué? No me mires así, Pedroche, a ti también te hace la comida tu madre.

-Ya, ya, lo sé, lo sé –digo riendo- pero tú vas a cumplir treinta años…

-Y tú tienes veinticuatro…-se cruza de brazos mientras me mira fijamente.

-Vamos, sabes que no es lo mismo… -y sonrío, divertida, al ver como empieza a enfadarse- Yo hace solo un par de meses que no vivo con mi madre, tú hace más de diez años.

-No me gusta cocinar –dice girándose para fijar la mirada en el microondas.

-Excusas… -digo casi en un susurro mientras me muerdo el labio para intentar contener la risa.

-¿Qué has dicho? –posando de nuevo su mirada sobre mi de una manera un tanto brusca.

-Nada –me encojo de hombros y sonrío- que tengo sed.

-Pues abre la nevera –dice señalando al electrodoméstico  que estaba justo detrás de mi- de momento no muerda ni nada.

-Bueno, bueno, bueno, que humores Martinez  -digo abriendo la nevera y sacando una pequeña botella de agua- ¿Síndrome pre-menstrual?

-No –gruñe de mala manera- Tienes razón –y se acera para ponerse enfrente mio- últimamente estoy de muy mal humor. Pero ya sabes, me estreso, y cuando me estreso, me enfado…

-Lo entiendo –digo mirándole fijamente- pero Dani, yo estoy aquí porque tú me invitaste… Si querías estar solo, solo tenias que decirme –me giro y busco mi bolso con la mirada- mira, lo mejor será que me vaya…

-No –dice agarrándome del brazo y acercándome más a él- Siento haber estado borde contigo, las cosas no me han salido como esperaba y estoy un poco enfadado con el mundo… -comienza a gesticular sin parar y yo no puedo apartar la mirada de sus ojos- Pero no es tu culpa, y tú no te mereces que te trate así. Soy un completo imbecil… Pero no quiero que te vayas –me pega a su cuerpo y me abraza con fuerza- No me dejes solo.

Suspiro y alzo los brazos para entrelazarlos alrededor de su cuello. Pego su cuerpo al mio, noto que él se abraza a mi cintura.

Y me doy cuenta, de que jamás podría dejarle solo, ni aunque quisiera y por alguna extraña razón, no quiero.

miércoles, 19 de diciembre de 2012


Hay un hueco en mi alma,
… puedo verlo en mi cara.
Capitulo setenta.
Fijo la mirada en aquella puerta blanca, lentamente me acerco hacia ella y apenas consigo aguantar el impulso de suspirar antes de tocar al timbre. Es extraño como las puertas siempre han sido las salidas para todo, cuando en realidad, son solo una entrada. A una casa, a una nueva vida, a nuevos sueños… y solo en las peores ocasiones, a los recuerdos.

Me cruzo de brazos y me apoyo en la pared esperando a que esa puerta se abra, mientras, lucho con todas mis fuerzas, por cerrar mi propia puerta. Cierro. ¿Desde cuando esto es así? ¿Cuándo deje de vivirla vida al momento y comencé a vivirla a base de recuerdos? Yo no quiero esto. No quiero recuerdos, no quiero promesas incumplidas ni tener algo más que añadir a la interminable lista de fracasos. No quiero nada. No quiero esta vida. Simplemente quiero borrarlo todo, simplemente no dejar nada. ¿Volver a nacer?

“Mire la puerta blanca mientras notaba su brazo tirando de mi hacia él. Le mire y sonrío… Agacho la mirada y comienzo a meter la llave por la cerradura. Abrió la puerta y yo alargue el brazo para engancharme a su cintura. Él se separo y me agarro de la mano, que por alguna absurda razón, no para de temblar.

-Me encanta –susurré nada más- es muy tuya –y sonreí al ver a un pequeño jugador de baloncesto pegado en la pared.

-Es mi casa –dijo acercándome más a él- y bueno, puede ser la tuya también.

-De eso ni hablar –y tuve que hacer un gran esfuerzo para reprimir una sonrisa mientras me miraba- yo jamás pintaría las paredes de un color tan fuerte.

-Ya sabes lo que te digo, no te hagas la tonta –dijo golpeando la punta de mi nariz con su dedo índice- el piso de arriba sigue estando libre…

-No, ya no –dije escondiendo la cabeza en su cuello y dejando un pequeño beso en él.

-¿Ya no? ¿Ya lo han vendido? –y se alejo para mirarme con el ceño fruncido.

-Hable con la inmobiliaria ayer, y ya lo han vendido –me cruce de brazos y me limite a observar su reacción.

-Bueno, entonces nada ¿no? –dijo soltando un suspiro mientra volvía a pegarme a su cuerpo abrazándome por la cintura- parece que ya no podremos ser vecinos.

-Eso depende… -dije con una sonrisa mientra levantaba la cabeza para mirarle a los ojos.

-¿Depende? ¿De qué? –y otra vez tuve que reprimirme las ganas de reír mientras él volvía a tensar todos sus músculos, intentando disimular su enfado.

-De si consideras tu vecina a una persona con la que trabajas y tienes una relación solo por el hecho de vivir encima tuyo, bueno, no literalmente, ya me entiendes, en el piso de arriba –dije al tonar su mirada picara sobre mi.

-¿Entonces…? ¿Lo has comprado? –pregunto mientras me colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja.

-Si, pesadilla –y sonreí al alzar las manos y entrelazarlas alrededor de su cuello- ahora no me quedara más remedio que ver esa cara de abuelete todos los días.

-Ah, ¿es que acaso te molesta? –dijo pegándome más a su cuerpo mientras apenas separaban unos milímetros su sonrisa de mi boca.

-Bueno… No me molesta del todo –y sonreí al ver como volvía a fruncir el ceño- ¿Sabes? Como sigas haciendo eso, te van a salir arrugas…

-¿Y entonces te buscaras otro más joven? –dijo sobre mi cuello mientras empezaba a dejar un río de besos hasta subir a boca.

-Más joven y con menos mala leche –y volví a sonreír tras notar un mordisco sobre mi cuello- Últimamente estas de un raro…

-¿Yo? –dijo alzando la cabeza de su escondite y mirándome fijamente a los ojos.

-Sí, tú –dije dando un pequeño golpecito en la punta de su nariz.

-Puede ser, no sé –él volvió a pegarme a su cuerpo y yo comencé a despeinarle más el pelo- debe ser todo el trabajo, los preparativos para Guasap!, la decoración del piso…

-Pero tú y yo estamos bien ¿verdad? –y esta vez fui yo la que escondí mi cara en el hueco de su cuello.

-Ey, mimare –dijo apoyando su mano sobre mi mentón y obligándome a mirarle a los ojos- estamos más que bien, si no ¿crees que me iría a Los Angeles contigo? Jamás me arriesgaría que me montaras un espectáculo en un avión en el que tenemos que estar doce horas.

-Eres idiota –y le dí un gran golpe en el brazo mientras empezaba a reír.

-Solo es la verdad –aseguro con una sonrisa- Es solo que necesito un poco más de tiempo para mi trabajo, para tenerlo todo bien preparado, no quiero que esto salga mal.

-Y no va a salir mal, ya veras –dije con una sonrisa mientras su boca comenzaba a chocar con la mía.”

Oigo el sonido de la puerta y doy un paso adelante alejándome de pared. Alzo la mirada y me encuentro con sus ojos, y entonces, lo entiendo. No quiero borrar mi vida, ni todo lo que he  pasado. Solo quiero borrar mi historia, su historia…La nuestras. Que él no sea él, y que yo, no sea yo… Quizás entonces, si no hubiera tiempo, si no existiera ese "ya es tarde" que palpita en mi pecho y todos nuestros recuerdos no chocaran contras mis entrañas, quizás y solo quizás, habría lugar para los infinitos.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Infinito.
Odio que la gente hable sin saber, no lo puedo evitar. Casi por inercia, suelo pensar que yo siempre tengo razón, si una cosa es blanca a mis ojos, jamás la podre ver negra por mucho que insistas. Quizás eso solo ayuda a que me odio por la ignorancia crezca. Me gusta saberlo todo, y me gusta saber porque es así... Pero me gusta más sentirlo. Olores, sabores, sonrisa. Da igual. Yo siempre quiero saber más y más...

Hoy, quería darte las gracias.
Gracias por aguantar mis manías y convertirlas en nuestras.
Gracias, por no irte cuando todo el mundo esta desapareciendo.
Gracias por los mensajes inesperados a pesar de colgar hace dos segundos.
Gracias por los "yo más" y los "hoy te dejo ganar".
Gracias por "que blaaaaaaandito".
Y por los sobres, y por los abrazos de oso, por regalarme uno de los mejores despertares de mi vida. Por regalarme una noche llena de magia, y algo de sordera. Por decirme "imbécil" en el momento oportuno y a la hora indicada. Gracias por todo, gracias por tanto.

Pero sobre todo, gracias por esto. Por "Directo" y por los infinitos. Porque tú realmente has creído desde cero en esta novela. Porque has sido un apoyo, y una consejera. Porque cuando ni yo misma creía en mi, ahí estabas tú, creyendo por las dos.

Y en cuanto a los infinitos... Ay, los infinitos. Una palabra tan cotidiana, tan usada, tan simple... pero tan grande cuando se utiliza con el significado correcto. Digamos, que yo opino que tenemos la suerte de encontrar varios infinitos en tu vida. Son como los "amarrillos" que tanto nos gustan, pero, diferentes. Un amarrillo es alguien que pasa por tu vida, para enseñarte algo, ser tu apoyo, y luego marchar. Un infinito, es alguien que llega, por pura casualidad o ¿quien sabe? quizás por el destino... Y lo cambia todo. Porque de repente, no hace falta más. Ni preguntas, ni respuestas. Te entiendes, le entiendes.

Un infinito es alguien con quien compartes algo más que una amistad. No hace falta contar detalles, para poder subir su moral, o tal vez al reves. No hace falta un "estoy mal" o un "quiero mandarlo todo a la mierda" (aunque de vez en cuando eso es necesario), basta con un "estas rara" para que salga todo lo que hay escondido. No es una media naranja, ni un alma gemela... Ni mejor amiga, ni hermana, ni mi mitad... Es algo superior. Es un "estoy ahí, pase lo que pase" pero de los de verdad, de los que se cumple.

Es algo superior a todo, a todos. Y llega el momento en el que eres incapaz de calcular todo lo que le debes a esa persona, lo que quieres y necesitas que ella esta en tu vida. Ahí, y solo ahí, llegan los infinitos. Porque realmente es algo incalculable. Como esto.

Gracias, aunque ni yo misma este del todo segura de porqué.

domingo, 25 de noviembre de 2012


Para Anna, porque sin ella, nunca habría conocido el verdadero significado de la palabra ñoña. Te quiero, te echo de menos y por más que pase el tiempo, jamás dejaras de ser mi chocho gordo.

 “Duele soltar promesas que son hojas que el viento mueve
Capitulo sesenta y nueve:
Abro los ojos lentamente. Apago la alarma y me acurruco entre las sabanas. Sonrío, hoy puede ser un día muy especial. Poco a poco voy deslizando la sabana por mi cuerpo hasta estar totalmente desarropada. Alargo el brazo y cojo los calcetines situados a mi derecha. Los deslizo sobre mis pies, y comienzo a estirarme sobre la cama.

Bajo de un salto y apenas comienzo a estirar las sabanas noto la pesadez en mis parpados. Bostezo y me dirijo hacia al armario. Abro la puerta y comienzo analizar la situación. Han pasado tantas cosas… y ha pasado tan poco tiempo.

Alargo el brazo para coger la sudadera perfectamente doblada al fondo del armario. Pienso en lo diferente que era todo hace unos meses, y sobre todo, lo diferente que era todo hace un año.

Paris. Sonrío al pensar en ello pero no estoy segura de si mi sonrisa es de nostalgia o pena. Si lo analizas fríamente, son dos cosas muy diferentes. La nostalgia es la añoranza de lo que un día paso y no sabes si se va a volver a repetir. La tristeza, se debe, sin duda, a añorar el recuerdo y estar completamente segura que no se volverá a repetir.

Me guste o no, ya nada volverá a ser como antes.

“-No me puedo creer que esto este apunto de acabar… -dije con una sonrisa melancólica.

-Vendrán mil cosas mejores, chiquitina, ya lo veras –dijo él abrazándome.

-Pero es que es el final ¿entiendes? Adiós a este año, adiós a Flo, a Anna, a Berni, adiós a todos… -dije buscando un refugio en sus ojos.

-Sabes que no es así –dijo con una sonrisa- los vas a tener siempre, más allá de todo esto.

-¿Y si no es así? Sabes que hay gente que después del cierre de un programa no se vuelve a ver. Por falta de tiempo, de ocasión o simplemente de ganas. No quiero que esto acabe –dije cruzándome de brazos, todavía sentada encima de él.

-¿No ves a Patri y a Miki? ¿Por qué con ella va a ser diferente? –dijo acariciando mi mejilla.

-No lo sé, la verdad… Es solo que tengo miedo –dije escondiendo mi cabeza en su cuello- tengo miedo de que todo cambie y acabe distanciada de todos.

-Nada va a cambiar, chiquitina –dijo acariciando mi pelo- y, aunque cambie –alzando mi cabeza, obligándome a mirarle- jamás te distanciaras de todo.

-Eso no lo puedes saber –dije esquivando su mirada- puede pasar muchas cosas.

-Bueno, yo formo parte del equipo ¿no? –dijo con una sonrisa- pues yo nunca me voy alejar de ti.

-Eso tampoco lo sabes –dije acariciando su mejilla- las cosas pueden cambiar mucho de aquí a unos meses. Nuevo trabajo, nuevo horario, nuevo mundo… Quien sabe lo que puede pasar.

-La verdad es que no tengo ni idea… -dijo mientras continuaba acariciando mi pelo- pero estoy seguro que no me alejare de ti.

-No puedes estar tan seguro –dije en un suspiro- en serio, no quiero adelantarme y luego ver que todo cambia y llevarme el chascazo. No prometas lo que no puedas cumplir.

-Es que no te vas a llevar ningún chascazo –dijo mirándome fijamente- Te aseguro que nada puede hacer que me aleje de ti… Aunque las cosas cambien, yo siempre seguiré aquí.

-No sabes lo que puede pasar, no quiero que prometas nada, no de momento estamos en una época de camb…

-Ya sé que no sé lo que puede pasar –dijo cruzándose de brazos- ¿no confías en mi?

-No es eso, simplemente es que ya sabes que no quiero que las cosas me pillen de golpe –dije suspirando- prefiero no dar nada por sentado.

-Confía en mi –dijo acariciando mi mejilla- yo estoy seguro de que nada va cambiar.

-Confío en ti, ya lo sabes… -dije chocando nuestras frentes como otras tantas veces- es solo…

-Es solo que nada –dijo sonriendo- confía en mi. Yo te prometo que nada va a cambiar.”

Me apoyo en la puerta y noto como un nudo se me forma en el estomago y poco a poco siento un escalofrió recorrerme todo el cuerpo. Hay  que ver, lo que jode a veces tener razón.

domingo, 11 de noviembre de 2012


Para Raquel, porque ya con sus dieciocho añitos se va haciendo mayor, pero siempre será mi perra.

Volvamos a empezar.
 Capitulo sesenta y ocho:
La una del mediodía, suena el despertador pero yo hace un rato que tengo los ojos abiertos. Me giro, bostezo, lo apago y sonrío. Hoy va a ser un gran día. Salto de la cama, y comienzo a rebuscar entre mi ropa. No tengo prisa, pero voy acelerado. Dejo caer los vaqueros sobre la cama y antes de escoger la camiseta comienza a bailar al ritmo de la música. Una mañana más, pero una mañana diferente.

Me dirijo hacia al baño y no puedo evitar sonreír al encontrarme con mi reflejo. Me guiño un ojo y entro en ducha, esta vez sin más compañía que mis pensamientos. Salgo,   paso la mano por mi pelo y hago que el agua se deslice. Enredo la toalla en mi cadera y me dirijo a la habitación.

Me siento en la cama, y siento como mis manos tiemblan al coger el movil. No tengo prisa, pero estoy nervioso. Deslizo el dedo por la pantalla con miedo, temiendo ver su nombre. Veo su nombre y suspiro antes de decirme abrir su mensaje, temiendo que lo cancele todo. Comienzo a leer toda nuestra conversación, anoche estaba cansado y apenas recuerdo como me despedí. Noto como  el corazón empieza a latirme con fuerza y un pequeño tic nervioso se apodera de mi pierna.

“Buenos días, dormilona. Sé que es pronto y seguramente estarás durmiendo, ¿pero que te parece quedar para comer? ¡Tranqui! Es en mi casa, invito yo (;”

“Te equivocas, listillo, llevo un rato despierta. Por cierto ¿qué tal la semana? No he vuelto a saber de ti desde que nos encontramos en el ascensor. Ni una llamada, ni un mensaje, ya te vale… Hoy no puedo, toca comida familiar”.

“¿Tú? ¿Despierta? ¿A estas horas? ¡SE ACERCA EL FIN DEL MUNDO! Ha sido una semana ajetreada, mucho trabajo… Y como que ni una llamada, ni un mensaje ¿esto que es, entonces? Bueno, no pasa nada, otra vez sera… Eso si, te quedas sin macarrones (;”

“Tenia una sesión de fotos… Creo que he estado medio zombi durante la primera media hora. ¡¡Bueno, bueno, pero cuatro día después no cuenta!! Tenia que haber sido antes. NOOOOOOOO. No seas traidor, mañana tengo todo el día libre, es sábado, hace frío, no hay ganas de salir de casa… ¡Un día perfecto para comer macarrones!”

“Yo exijo ver esas fotos. Pero ¡nada de photoshop, eh! Con la cara de zombi al natural. A los cuatro días cuenta igual que el primero, no seas quejica. Bueno, no sé… Ya has rechazado mi invitación… Me pensare si quiero aceptarte en mi casa, darte mi comida…”

“¿PERDONA? ¿Qué insinúas? Ahora, por listo, ya no las ves. No soy quejica, solo digo la verdad. No tienes NADA que pensarte, Martínez.”

“No insinúo nada, solo digo que quiero verlas antes de pasar por chapa y pintura… Ya sabes que a mi me gustan las cosas naturales (; Eres quejica, Pedroche, lo eres. Y tengo mucho que pensarme. Aparte, son las tres de la tarde ¿no se supone que estas comiendo con tus padres? ¿Qué haces respondiendo a mis mensajes?”
[Alguna me dira “¿se despierta a las tres de la tarde” NO, no seas bobis. Obviamente pasa un tiempo entre que se contestas los mensajes y no, de ahí, que acabe la conversación por la noche].

“Ya, ya, ya, ¿Cómo era la frase? ‘Al natural, sin ropa, y en mi cama’ o algo asi ¿no? Jajajaja ¡No tienes remedio! Y no tienes nada que pensarte, te estoy ofreciendo pasar TODA una tarde conmigo, lo que quiere decir que te voy a tener que soportar toda una tarde ¡es una oferta irresistible! Mis padres están en plan mimoso y he preferido salir corriendo antes de… Bueno, que he salido corriendo.”

“No era así. Era ‘Yo prefiero verte a ti, al natural, sin ropa, y en mi cama, no hay fotógrafo que puedo captura ese paisaje’. Me estaba volviendo todo un cursi, si señor.  ¿Soportandome? Así no estas haciendo meritos para que te deje entrar en mi casa, Pedroche. ¿Mimosos? Jajajajajaja Creo que esa no es la palabra que buscas…”

“No era cursi, era romántico (: ¡Es que yo no tengo que hacer meritos! ¡Los tienes que hacer tú! Encima que tardas cuatro día en dar señales de vida… ¡Calla! Ya se que esa no es la palabra, pero shhh, son mis padres, me da asquete”.

“Yo siempre he sido romántico (; Jajajajaja ¿Me vas a estar recordando toda la vida el hecho de que tardara cuatro días? ¡tú también puedes llamar, eh, que yo no muerdo! Ay que ver, con lo basta que eres para algunas cosas, lo fina que eres para otras, hija mía.”

“Romántico y cursi, Martínez. Bueno, eso de que no muerdes… No sabría yo que decirte (; Tenias que llamar tú, yo te hable en el ascensor a pesar de llevar cara de perros, te tocaba a ti. ¡No es ser fina! ¡Son mis padres!”

“¿Cursi? ¿Yo, cursi? Hablo la señorita ‘Peter pan’… Yo no muerdo a no ser que me lo pidan (; ¿Ves? Eres una quejica. Por eso mismo, porque son tus padres ¿Qué piensas, que saliste de una planta?”

“¡Eh, eh, no te metas conmigo! Yo soy ñoña, no cursi. No soy quejica. Bueno, dejemos en tema, ¿mañana como macarrones o voy guardando la pizza que sobre después de cenar? (;”

“Bueno, vale… No me queda más remedio que aceptarte en mi casa. Pero ¡trae alguna pelicula decente! Nada de dibujos ni cosas rara, una de comida.  Ven sobre las dos ¡Y se puntual! Que nos conocemos!”

“¿Ahora quien es el quejica?  Vale, vale. ¡Yo siempre soy puntual! Es que tú siempre te adelantas.”

“Eres una tardona, Pedroche, y lo sabes. Anda, buenas noches, Sueña con pony´s y cosas raras.”.

“¡No lo soy! Buenas noches, Martínez, ten pesadillas”.

Suspiro con fuerza y deslizo la mano por mi pelo antes de comenzar a leer los mensajes de hoy.

“Buenos días, imbecil. Espero que recuerdes que hoy te toca hacar macarrones para dos, ya sabes que odio esperar (;”

Sonrío y apenas mis dedos comienza a deslizarse por las teclas, oigo el timbre.

[En mi opinión, un “buenos días, imbecil” es mucho más bonito que un simple “buenos días, chiquitin”. No sé si me explico, el caso es que ese “imbecil”, no va a mal, si no, todo lo contrario].

martes, 23 de octubre de 2012


Tengo que admitir que soy un poco friki, aparte de encantarme las letras, soy fanática de los números  Desde pequeña las Matemáticas y la Lengua eran algo que me apasionaba. Las letras, por un motivo que creo aparente, y los números porque eran algo preciso, dos más dos siempre sera cuatro, lo mires por donde lo mires y quizás  estoy algo obsesionada con la precisión  He ido creciendo y mi amor por los números ha ido creciendo, bueno, menos por los números de física. La física y yo nos odiamos. Bah, en realidad ella me odia a mi y yo solo me resigno. ¡Total! A donde quiero llegar es que ¡me voy a hacer matemática y voy a dejar de escribir! No, no, no, broma, las calculadoras también me odian (se que es difícil que un objeto inanimado sienta algo de humanos, pero a mi me pasa).

El caso es que, según fui creciendo, fui relacionando los números con distintas cosas. Siempre he sentido un amor extremo hacia el diecinueve, y un cariño un poco raro hacia el veintitrés. Los números siempre me recuerdan a personas, a fechas, a cosas importantes o a esos días del calendario que pases con suspiros de por medio. Por eso, nunca he entendido ese asco infinito hacia el numero trece.

El trece me gusta, suena bien, suena fuerte. Tampoco he entendido nunca porque siempre la(s) cuenta(s) atrás empiezan desde el número diez. Por eso, y porque soy rara, mi cuenta atrás empieza desde el numero trece.

¿Que cuenta atrás? Pues la que cierra un ciclo que ha sido de los más bonitos de mi vida. La que cierra una historia, y una conexión especial con muchas de vosotras.

Tengo que reconocer que yo siempre he sabido que Directo tendría ochenta capítulos.  Muchas veces, le he dicho a mis amigas, que quería llegar al cien, pero eso me parece algo TAN típico  TAN trillado, TAN poco yo. Así que hace meses que sabia que esta novela tendría menos capítulos de los esperados.

Os imagino a todas como gallinas sin cabeza al leer esto y la verdad es que me hace mucha gracia, así que si tenéis alguna pregunta ya sabéis ¡comentar y yo respondo!

Quiero darle las gracias, a esa personita que ha estado siempre y que ha guardado este secreto como oro en paño. ¡Gracias Pau, te debo mucho!

Ochenta… Suena bien ¿eh? Empecemos con la cuenta atrás.

No se retrocede. Te quedas donde estas, y luchas.

Capitulo sesenta y siete:
Cierro la puerta de un golpazo. Dejo las llaves sobre la mesa y a penas espero a llegar a la habitación para comenzar a descalzarme. Deslizo los zapatos sobre mis pies y me tumbo lentamente en la cama. Fijo la mirada en el techo, ese que ha sido testigo de tantas decisiones. Suspiro y doy media vuelta.

Después de llevar todo el día intentando no pensar, lo unico que he conseguido es tener todo menos claro. “Cuando hay un problema simplemente hay que buscar una solucion” no para de repetir todo el mundo. ¿Y que pasa cuando no hay solución? ¿Qué pasa cuando tu punto de partida se convierte en tu final?

Me reincorporo y comienzo a desabrocharme la camisa. Tal vez las cosas no sean tan difíciles como parecen, pero me duele simplemente le hecho de pensar en la situación. Deslizo los pantalones por mis piernas y comienzo a sentir un dolor punzante en la cabeza. Tantas emociones  en tan poco tiempo tienen efectos secundarios.

Me dejo caer sobre la cama y ni si quiera me molesto en deshacer la cama. Agarro el movil y comienzo a tecla su numero casi de manera automanica.

-¿Qué pasa, Martinez? –se oye la voz de Chuspy al otro lado del teléfono.

-¿Qué pasa, perdió? Desde la otra noche ni una llamada, ni un mensaje, ni un triste whatsapp… -digo deslizandome debajo de las mantas.

-Perdoneme usted, no sabia que tenia una segunda mujer –y oigo su risa de fondo- Ya sabes que he estado ocupado con los regalos de reyes de las niñas, el trabajo…

-Las juergas –y coloco el movil en manos libres tras dejarlo sobre mi estomago.

-Eso también –y esta vez su risa suena más fuerte- bueno ¿me vas a contar que te pasa?

-¿Y por qué se supone que me tiene que sapar algo? –digo colocando las manos debajo de mi cabeza.

-Porque te noto raro, apagado, porque me has llamado –y su voz se escucha algo más seria- porque he visto a tu hermano esta tarde…

-Creo, que no se puede ser más bocazas –y comienzo a despinar mi pelo- no sé porque se tiene que meter tanto en esto.

-Porque le preocupas –dice de una manera más suave- Dani, llevas meses que no levantas cabeza y es tu hermano, es normal que se preocupe.

-Hoy la ve visto ¿Sabes? –y siento como las palabras salen de mi boca de una manera lenta y dolorosa.

-¿Y? ¿Habeis hablado? –y dice casi empezando a refunfuñar.

-Más de la cuenta… -y apenas puedo evitar que un suspiro se deslice entre mis labios.

[Nota de autora: No sé si los suspiros se deslizan, pero en mi novela si ¿VAAAAALE?]

-¿Cómo? ¿Cómo? –dice alzando un poco la voz- Habeis hablado después de nosecuantros meses de cabezonoria  ¿Dónde esta el problema? ¿De que habeis hablado?

-A sido todo muy raro, yo baja por el ascensor y ahí estaba ella, en el portal –digo mientras vuelvo a clavar la mirada en el techo- ha empezado siendo una conversación absurda y se ha acabo conviertiendo que todo un embrollo. Ella me ha agradecido que le enviara un mensaje, y yo le he dicho que no era nada, entonces ella ha dicho que para ella era importante. Total, que al final somos amigos.

-¿Y? ¿Eso que tiene de malo? –y apenas puedo escuchar una pequeña risa.

-Que no tengo  cojones a decirle que no a nada –y suspiro con fuerza- que daria todo porque todo volviera a la normalidad.

-Sigo sin verle el problema –dice algo más serio.

-A que la jodi, la jodi pero bien –y vuelvo a despeinarme, pero esta vez con más fuerza- a que he sido un gilipollas y lo he mandado todo a la mierda. Y ahora ella quiere ser mi amiga, ¡mi amiga! ¿entiendes? ¿cuando cojones hemos sido ella y yo amigos?

-No creo que eso sea malo, sabes como es Cris, ella no te quería en su vida si todavía no sintiera cosas por ti, después de todo has sido un autentico gilipollas ¿y quien quiere un tio así en su vida?

-No estoy seguro si esas es la parte positiva de la frase –digo sonriendo- pero no sé cuando se ha vuelto todo tan complicado. Es simple, yo la quiero, ella me quiere ¿tan difícil es?

-Lo es por como hiciste las cosas… -y las palabras salen de su boca de una manera un tanto bruca.

-Creo que no te he llamado para que me critiques –digo seriamente.

-¿Se puede saber que te pasa? ¿Te va a venir la regla? –y oigo su risa desbordándose- estas excesivamente sensible. Solo te falta poner a comer helado y llorar viendo películas moñas para dar por cierta mi hipótesis de que tiene el síndrome premenstrual.

-Puede ser –digo mirando fijamente la tableta de chocolate que había en mi mesilla- la cosa es que yo te llamo para pedirte ayuda, porque confío en ti, porque confío en tu opinión.

-¿Si no me lo hubiera dicho Nacho me lo habrías contado?

-Eso no importa –digo sonriendo- la cosa es que no sé que hacer.

-¿Qué no sabes que hacer? Es muy fácil –dice alzando la voz- lucha, imbecil, no te quedes quieto.



"Lifted me up when I couldn't reach 
You gave me faith 'coz you believed 
I'm everything I am, because you loved me

Capitulo sesenta y seis.
Cierro la puerta y pongo el coche en marcha. Ni si quiera me molesto en poner la radio, últimamente no la necesito. Haga lo que haga, mi cabeza comienza a viajar (o tal vez volar, no estoy seguro) obligándome a chocar con recuerdos que me había esforzado en olvidar.

Veo sus ojos llenos de luz, noto su cuerpo chocando contra el mio, siento sus caricias quemando mi piel, todo es tan cercano, tan real…

“-¿Qué haces, pesadilla? –dijo abrazándose a mi espalda y depositando un beso en esta- ¿con quien hablabas?

-Con Flipy –dije alzando la cabeza para mirarla.

-¿Flipy? –dijo reincorporándose- ¿qué quería?

-Quería proponerme un proyecto –dije haciéndole señas para que se sentara en mis piernas.

-¿Qué proyecto? –dijo sentándose y entrelazando sus manos alrededor de mi cuello.

-Un nuevo formato, quiere que yo sea su presentador… Tiene buena pinta, la verdad –dije abrazandome a su cintura.

-¿Y? ¿vas aceptar? –dijo acariciando mi pelo.

-No lo sé… -dije escondiendo la cabeza en su cuello.

-¿No lo sabes? –dijo depostando un beso en mi cabeza.

-Tengo que estudiar el proyecto…-dije dejando un pequeño beso en su cuello:

-Pero te gusta ¿no?  -dijo sin apartar las manos de mi pelo.

-La verdad es que si –dije levantando la cabeza- pero es todo muy lioso…

-¿El qué es muy lioso? –dijo mirandome fijamente.

-Todo –dije agachando la mirada.

-¿Y que es todo? –dijo acariciandome la cara.

-Pues todo, no sé –dije encogiendome de hombros.

-A ver si el que va a estar estresado vas a ser tú…-dijo sonriendo.

-Si, puede ser… -dije agachando la cabeza.

-Lo es –dijo alzando mi cabeza- mira, vamos a hacer una cosa… Me vas a contar con pelos y señales todo lo que te pasa. Yo te voy a escuchar y voy a intentar calmar todas esos miedos o dudas que rondan por aquí –señalando mi cabeza- y después, vamos aprovechar que estamos solitos y nos vamos y dar una vuelta por la playa.

-Tengo que ir a prepararlo todo para el espectáculo, solo faltan unas horas… -dije apoyando mi cabeza en su hombro.

-Puedes hacerlo más tarde, todavía falta mucho y recuerda que yo estoy aquí por ti, asi que no es solo un viaje de trabajo –dijo sonriendo.

-Bueno, vale… -dije suspirando.

-Y ahora cuenta –dijo alzando mi cabeza y obligandome a mirarla.

-¿Qué te cuente el que? –dije mirandola fijamente.

-Que es lo que te preocupa, que pasa por esa cabecita –dijo depositando pequeños besos en mi cuello.

-No sé, no quiero dejar a Flo y a los chicos… -dije acariciando su espalda.

-Ellos lo van a enteder, tienes que crecer, cambiar –dijo acariciando mi pelo.

-Pero es como dejarlos en la estacada, cambiarlos, han sido mi equipo durándote dos años y gracias a ellos soy lo que soy ahora… no quiero hacerles eso –dije escondiendo nuevamente la cara en su cuello.

-No los dejas en la estacada, sigues tu camino –dijo alzando mi cabeza nuevamente- y ademas, según como van las audiencias no creo que te haga falta dejar nada...

-Lo sé, lo sé, el mismo Flo me ha dicho que debería considerar otros proyectos –dije agachando la cabeza.

-¿Pero? –dijo buscando mis ojos.

-Me da miedo –dije alzando la cabeza y mirándola fijamente.

-¿El qué te da miedo? ¿dejar a Flo? –dijo acariciando mi mejilla.

-No, bueno si, eso también –dije suspirando- me da miedo que el programa no funcione. Me da miedo dejarlo todo por nada, y que al final todo lo que he conseguido se caiga por la borda…

-Eso no va a pasar –dijo chocando su frente con la mia- ¿me oyes? No va pasar.

-¿Y si pasa? –dije sin apartar la mirada de sus ojos- ¿y si me hundo con todo?

-Entonces –dijo sonriendo- yo estaré ahí para sacarte a flote…

-¿Lo prometes? –dije acariciando su mejilla.

-Lo prometo. Cierro candado –dijo entrelazando nuestras manos- para siempre.”

domingo, 21 de octubre de 2012


Este capitulo va para ti. Porque eres una friki, una cabezota y te cuesta un mundo mostrar lo que sientes, pero solo tú entiendes muchas cosas. Dicen que una relación esta muerta cuando aun estando a centímetros notas a la otra persona a kilómetros, bueno, puede que últimamente te sienta más lejos que cerca, no voy a mentir. También puede que parezca que nuestra relación a cambiado, que se le a restado importancia porque simplemente hay momentos en tu vida en los que realmente pega más compartir momentos con otras personas, puede que quizás nunca a vuelva a ser lo mismo. Nunca vuelvan nuestra charlas diarias, ni nuestras noches de locuras (con emoticonos incluidos), puede que ni si quiera vuelva a escuchar tus frikadas sobre la luna y su relación con todos mis estados de animo... Pero prometo, que nunca más volveré a sentirte lejos.

Porque cuando miro al pasado recuerdo mi ilusión al contarme una historia (esa historia tan tuya), recuerdo esa noche en vela buscando entre tweets perdidos, recuerdo los primeros acercamientos, el primer te quiero, y el primer "Sandia". Recuerdo tus comentarios en "pequeña de las dudas infinitas" y tengo grabadas a fuego tus palabras diciendo que escribo magia. Recuerdo ese ultimo emeil con tantas palabras absurdas como necesarias. Recuerdo todo de ti, absolutamente todo. Por eso se, que esta amistad nunca va a morir, siempre va a estar ahí, en un rinconcito de mi. Porque solo tú sabes el valor de las pequeñas cosas, porque solo tú eres mi media Sandia.

Te quiero y esas cosas absurdas que se dicen en estos momentos.

Sé que siempre voy a quererte,
aunque a veces solamente
quererte borrar.

Capitulo sesenta y cinco:
-Ey ¿qué pasa? ¿estas bien? -dice acercándose a mi- ¿tanto miedo te doy que te da pánico verme? Te has puesto pálido

-No es eso -digo sonriendo- es solo que odio que el cacharro este se pare, me pone nervioso.

-Creo que vienen esta tarde a arreglarlo -dice cruzándose de brazos.

-A ver si es verdad -digo escondiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón.

-Esperemos que si -dice con la mirada fija en mi.

-Bueno -digo bajando la mirada al suelo- me voy a ir yendo que tengo que trabajar.

-Si, yo también -dice descruzando los brazos- tengo que ir a prepararme y eso.

-Entonces adiós, ya nos veremos pronto -digo depositando dos besos en su mejilla y comenzando andar.

-Dani -dice cuando yo estoy apunto de salir por la puerta.

-¿Qué? -digo acercándome a ella.

-Que gracias -dice agachando la mirada- por el mensaje, por preocuparte por mi y eso.

-No me des la gracias, es una tontería -digo intentando sonreír.

-No, no es una tontería -dice alzando la mirada.

-Lo es digo -digo chocando con sus ojos.

-Para mi no lo es -dice encogiéndose de hombros- para mi es importante.

-¿Por qué? -y tengo que hacer un gran esfuerzo para que las palabras salgan de mi boca.

-Porque lo necesitaba -dice acercándose- han pasado muchas cosas en estos últimos meses, muchísimas y yo sentía que aparte de perder una pareja, había perdido un amigo

 -Sabes que eso nunca, Cris -digo casi en un susurro- tú siempre me vas a tener para lo que sea.

 -Ya, ya, ya lo sé -dice intentando sonreír- pero te sentía distante, como si quisieras borrar todo lo mío de tu mundo.

 -Y quería -digo mirándola fijamente.

 -¿Querías? ¿Ya no quieres? -dice intentado disimular como un pequeño escalofrío le recorría el cuerpo.

 -Estoy hablando contigo ¿no? -digo sonriendo.

 -¿Y a que se debe ese cambio de opinión, si puede saberse? -dice apartando la mirada.

 -A que estaba, y estoy, muy harto -digo sacando las manos de los bolsillos.

 -¿Harto? ¿de mi? -dice alzando la mirada.

 -No, no, de ti no -digo acariciando su mejilla- harto de huir de todo.

 -¿De que huías? Yo creía que eras feliz -dice buscando mis ojos con la mirada.

 -Y lo soy, soy muy feliz -digo mientras mi mente no para de susurrar mentiroso, mentiroso, mentiroso- huía de los recuerdos, del pasado, de ti.


-¿Y ya no quieres huir? -dice en un suspiro mientras yo noto como un pequeño nudo se apodera de mi garganta.


-Ni quiero, ni puedo -digo cruzándome de brazos- me he dado cuenta de que quiera o no, vas a seguir siendo parte de mi pasado. Haga lo que hago, los recuerdos van a estar ahí, eres una parte de mi.


-¿Y eso es bueno o malo? -dice sonriendo.

 -No lo sé -digo devolviendole la sonrisa de manera mecanica- supongo que bueno ¿no? Yo nunca he querido que tú salieras de mi vida, en el fondo.

 -Me alegra saber eso -dice cruzandose de brazos- espero que apartir de ahora podamos ser amigos o por lo menos intentarlo.

 Siento un dolor inundando mi pecho, retorciendo mi estomago. Aparto la mirada, intento disimular lo que siento.

 -Prometo poner todo de mi parte para que asi sea -digo volviendo la mirada hacia ella.

 -No sabes lo contenta que pone esto, de verdad -dice descruzando los brazos y sonriendo.

 -Entonces me alegra hacer un poquito más feliz -digo con una sonrisa.

 -Gracias -dice acercándose a mi y acurrucándose en mis brazos.

 La apreto con fuerza contra mi, siento su olor y su calor en mi pecho. Suspiro, o tal vez inspiro, no soy muy consciente de mis actos, la verdad. Noto mi corazón latir con rapidez y apenas encuentro fuerzas para contestar.

 -No me des las gracias, por favor -digo dejando un beso en su cabeza- esto también lo hago por mi. En realidad, estoy siendo un poco egoísta.

 -Que tonto eres -dice sonriendo entre mis brazos- te quiero mucho ¿sabias?

 -Yo a ti también, chiqu.. Cris -digo acariciando su pelo.

 -Anda, vete, que no quiero que llegues tarde por mi culpa -dice separándose de mi con una sonrisa.

 -Tranquila, tengo enchufe con el jefe -digo guiñándole un ojo y comenzando andar.

 Salí por la puerta y suspire intentado anular el dolor de mi pecho. Salí por la puerta, y ya todo había cambiado: el mundo no giraba, el sol no calentaba, el universo había cambiado su rumbo sin pedir permiso. Salí por la puerta, sintiéndome vacío, dejándome el corazón en el portal.

Esta vez todo era diferente. Esta vez era con ella, pero sin ella.


sábado, 20 de octubre de 2012


Is this as hard as it gets?
Capitulo sesenta y cuatro:
Mi cuerpo se paraliza y tengo que hacer un gran esfuerzo para lograr salir del ascensor. Ella sonríe y su mirada se clava en mi ojos. Observo sus labios y apenas oigo en un susurro un pequeño "hola" con voz dulce. Pero no sirve nada, o al menos no de me momento. Mi mente viaja de nuevo, sigue perdida en su sonrisa.

"-¿Qué te pasa últimamente? -dije jugueteando con una patata que había en mi plato.

-¿A mi? ¿Qué me va a pasar? - dijo agachando la cabeza y mirando hacia su plato.

-No sé, te noto rara -dije agarrando su mano- ¿te pasa algo?

-No -dijo entrelazando nuestras manos.

-¿Seguro? - dije buscando sus ojos.

-Si, bueno no, no sé -dijo devolviendo la mirada al plato.

-A ver, cuéntame, ¿qué te preocupa? -dije con una sonrisa acercando mi silla a la de ella.
-Nada, o todo, no sé -dijo mirándome- ni yo misma me entiendo.

-Eso ya lo veo -dije acariciando su mejilla- ¿ha pasado algo?

-No es que haya pasado nada, pero puede que pase, y no sé, me siento muy rara -dijo apoyando su cabeza en mi hombro.

-Chiquitina, si no te explicas no te entiendo -dije llevando mi mano hacia su pelo para comenzar acariciarlo.

-Veras, últimamente yo me he estado replanteando el irme a vivir sola -dijo reincorporándose y jugando con sus manos- me lo he replanteado muy seriamente y hasta e ido a ver pisos

-¿Cómo es que no me has avisado? -dije sin apartar la mirada de ella- sabes que yo soy todo un experto en el tema de buscar pisos.

-Lo sé, lo sé -dijo fijando la mirada en sus manos- pero quería hacerlo yo sola, quería ver si podía encortar un sitio que me gustase para dar ese paso tan grande.

-¿Y? ¿lo has encontrado? -dije acariciando su mejilla y alzando su mirada.

-No, ese es el problema -dijo en un suspiro- ¿Cómo voy a ser capaz de irme a vivir sola si ni si quiera puedo encontrar un piso que me guste por mi misma? Soy un desastre

-Un poco -dije sonriendo- pero eres mi desastre. Por eso no tienes que preocuparte, hay gente que tarde meses e incluso años en encontrar un sitio que realmente le guste para vivir. Es una decisión difícil, chiquitina, lleva su tiempo.

-Pero no es solo eso -dijo escondiendo su cabeza en mi cuello- en dos semanas tengo un examen importante y tengo la cabeza en cualquier otro sitio.

-¿Qué te preocupa? ¿Lo del piso? -dije acariciándole el pelo.

-Si y no. No es solo eso-dijo volviendo a reincorporarse- la audiencia del programa baja cada día más y esto yo ya me lo sé Al principio la cadena hace como que no pasa nada ya subiréis pero luego, de un día para el otro deciden quitar el programa.

-Bueno, y si eso pasa, que no va a pasar, pero si pasa ¿que problema hay? -dije sonriendo- eres una grandisima profesional, aparte de la bellaza en persona, dudo que te costase encontrar trabajo.

-Pero no es solo el curro -dijo volviendo a jugar con sus manos- bueno, en parte si, pero también es la gente, los amigos, los compañeros todo se acaba.

-No, eso nunca -dije acurrucándola entre mis brazos- el Selo se acabo y sigues teniendo relación con todos ¿no? Pues con esto pasa lo mismo Ellos seguirán ahí.

-No sé-dijo agachando la mirada.

-No, no sabes no, si sabes -dije apartándola de mi y mirándola fijamente- nada va a cambiar.

-¿Me lo prometes? -dijo alzando la mirada para encontrarse con mis ojos.

-Te lo prometo -dije con una sonrisa- y en cuanto a lo del piso, en mi nuevo edificio hay uno que se vende justo en el mismo bloque, si quieres, te vienes un día y lo miramos juntos.

-Bueno, vale -dijo acurrucándose en mis brazos de nuevo.

-Tú lo que necesitas es descansar, estar muy estresada -dije abrazándola con fuerza- yo este finde tengo actuación en Tenerife, ya lo sabes ¿no te gustaría venirte conmigo y olvidarte de todos y de todos?

-No sé Dani -dijo apartándose de mi- sabes que no quiero molestar.

-Sabes que tú nunca molestas -dije acariciándole el pelo.

-No sé -dijo agachando la cabeza de nuevo.

-Por favor -dije obligándola a mirarla- hazlo por mivente.

-No es justo -dijo cruzándose de brazos- si me lo pides así sabes que no se decir que no.

-Entonces, gracias por no sabes decir no -dije sonriendo."

Vuelvo a la realidad y casi puedo sentir como choco contra el suelo. Subo la mirada (que hace que esta perdida) y busco sus ojos esperando no encontrar desesperación en ellos al no haberle contestado. Encuentro sus ojos, pero no su mirada, esta perdida. De pronto alza la cabeza, y choco con mirada. Analizo su gesto, leo sus ojos. Ella también esta perdida, ella también esta viajando. A los recuerdos, al ayer A lo que fue, y nunca volverá a ser.

martes, 16 de octubre de 2012


"Y ahora yo presiento que has vencido, 
y no hay manera humana de escapar."


Capitulo sesenta y tres:
Abro los ojos, me duelen, me queman, los tengo hinchados. Me reincorporo lentamente y apenas consigo poner los pies en el suelo antes de que un dolor inunde mi pecho. Me dirijo al baño de manera mecánica, por inercia y me cuesta mantener la mirada en mi reflejo.

Busco mis ojos y los encuentro vacíos, como cada mañana. Comienzo a desprender la ropa de mi cuerpo y enciendo la ducha para que el agua vaya cogiendo temperatura. Me dirijo a la habitación todavía en ropa interior y agarro el móvil. Vuelve al cuarto de baño y pongo la música a todo volumen, me encierro en mi mundo.


El vapor inunda el cristal, mi cuerpo se mueve al ritmo de la música, mi cabeza ya vuela y mi mente se despeja. Noto las gotas caer por mi cuerpo, abrasan pero no me dañan, me sanan, me curan. Mi cuerpo comienza a relajarse, y la presión de mi pecho va disminuyendo a la vez que la de mi cabeza.


Salgo de la ducha y me envuelvo en la toalla. No paro mis movimientos hasta encontrarme nuevamente con mi reflejo. Alzo la cabeza y sonrío, o por lo menos lo intento. Agarro el móvil y se salgo del baño sin darle la oportunidad a mi cabeza de que empiece a maquinar.


Abro el armario y dejo caer la ropa sobre mi cama a la vez que entono la letra de nuestra canción. Sacudo la cabeza y noto las gotas caer sobre mi pecho. Comienzo a vestirme, comienza un nuevo día.


Me dirijo al salón ya sin ninguna melodía de fondo. Miro el reloj, las seis de la tarde, demasiado tarde como para comer, demasiado pronto para cenar. Cojo una magdalena y busco las llaves del coche por el salón.


Una vez en mis bolsillos, salgo por la puerta con el móvil en mano. Mis manos comienzan a teclear con rapidez mientras escucho el sonido del ascensor de fondo, siempre tarda una eternidad. 


Tres llamadas perdidas y cuatro mensajes recibidos. Todas las llamadas de mi hermano, marco su numero y escucho impaciente los pitidos.


-¿Si? -dice una voz algo ronca al otro lado del teléfono.


-¿Ha pasado algo? -digo escondiendo mi mano en uno de mis bolsillo.


-¿Cómo? -pregunta con la misma voz un poco más alterada.


-Digo que si ha pasado algo -respondo suspirando a la vez que vuelve a presionar el boton del ascensor, parece que se ha quedado pillado.


-¿Por qué iba a pasar algo? -dice con la voz un poco más despejada.
-Me despierto y tengo tres llamadas perdidas tuyas algo habrá pasado ¿no? -digo metiendome en el ascensor.
-Si, no, no sé -dice nuevamente con la voz algo ronca.


-¿Te estas quedando dormido o qué? -digo presionando el botón del ascensor.


-Un poco -dice con una pequeña risa de anoche.


-Bueno ¿me vas a contar que querías anoche o qué? -digo esquivando mi mirada en el espejo del ascensor.


-Anoche Ah, anoche -dice un poco acelerado- veras anoche est
uve con Cris y

-Bueno, ya empezamos -digo sin dejarle terminar.

-Calla, escúchame -dice de manera un tanto borde- anoche estuve con ella, y bueno, he llegado a la conclusión de que sois dos gilipollas.


-¿Y para eso me llamas tres veces a las cinco de la mañana? ¿Sabes el susto que me has pegado cuando he visto las llamadas? -digo presionando nuevamente el botón al notar como el ascensor frenaba en el segundo piso.

-Bueno, lo siento pero escúchame -dice subiendo el tono de voz- yo realmente no entiendo porque no hablas con ella. No te digo que todo vuelva a ser como antes, porque no se si es posible y ni si quiera estoy seguro de que tú quieras eso, pero si te pido que intentes retomar tu relación con ella. Ambos sabemos lo que os queréis, ya sea como amigos, como parejas, o como lo que sea, pero os queréis. Tú la necesitas a ella y ella te necesita a ti. Y tal vez, si comenzáis a hablar, si os contáis que cojones os pasa por la cabeza (ya que a los de más no nos lo queréis decir) todo pueda volver a la normalidad. Porque no podéis seguir así, parecéis dos niños y los problemas no se solucionan esquivándolos. Así que ya mismo me estas colgando y marcando su numero para hablar las cosas o por lo menos intentarlo ¿vale? Y ahora yo me voy a dormir que me has despertado de la siesta y llevo toda la mañana sin dormir. Hazme caso y no pierdas el tiempo, te quiero.


[Nota de autora: No sé si es a causa de un trauma personal en proporciones agigantadas o que, pero esto yo lo leo con la voz de Paula. Es muy ella esa ultima parte]


Ni si quiera me dio tiempo articular palabra cuando un pitido ya estaba taladrando mi oído. Aparte el móvil de mi oreja y comencé analizar sus palabras. ¿Y si él tuviera razón? ¿Y si esquivando el tema nada iba a ir a mejor? De formas, ya llevamos meses así y nada a cambiado 


Comienzo a teclear y releo el mensaje tres veces antes de atreverme a pulsar una tecla y cambiarlo todo (o quizás nada).


"Gracias por venir a noche, se lo mucho que te costo dar ese paso. Lo siento si te sentiste incomoda Espero que al final pudieras disfrutar de la noche :))"


Envio el mensaje y me apresuro a guardar el móvil en el bolsillo. Siento el ascensor frena de manera brusca y abro la puerta con suavidad. Levanto la mirada y choco con sus ojos, me pierdo en su sonrisa.

¿Tal vez esta vez el destino este de nuestra parte?




miércoles, 10 de octubre de 2012


"Te hundirá y me hundirá 
y solamente el grito nos servirá 
y ahora no es fácil, 
tú solías empezar."

Capitulo sesenta y dos:
Silencio. Solo hay silencio. Me muevo de un lado para el otro de cama, intento calmar el dolor. Me hundo entre las sabanas buscando un recoveco, un huequito donde perderme, donde recuperar mi mundo. Cierro los ojos y su imagen vuelve a mi cabeza, se clava. Su sonrisa, sus labios, sus ojos vacíos. No puedo dejar de pensar, busco una salida para este infierno. 

Enciendo la tele y comienzo a pasar canal por canal, busco una distracción. Mi mirada sube hacia el techo, mi mente comienza a volar.

"Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete Ocho días sin ella y ya siento como si me faltara el aire. Las ojeras se apoderan de mis ojos, apagan su brillo. Ella parece perdida, la noto tan lejos, estando tan cerca. Entra por la puerta una mañana más con la misma sonrisa, con los mismos ojos apagados, esos que al mirarme se siguen llenando de luz. 

La miro y ella apenas se molesta en apartar la mirada. Baja la mirada y vuelvo a releer el guión, el trabajo es el trabajo. Oigo su risa a lo lejos y vuelvo a levantar la mirada para verla enroscada en los brazos de Raúl mientras este hace girar su cuerpo. Siento mis estomago retorcerse y vuelvo a bajar la mirada.

Me siento indefenso, y comienza a cambiar mi humor. Ella se acerca, se sienta a mi lado. Yo me aparto y aumento la distancia entre los dos. Se gira, y yo evito su mirada. Sigo como la mirada en el guión, y la mente perdida en ella. 

Noto su mirada sobre mi nuca, yo sigo a lo mío, me niego a dejarla ganar. Oigo su silla aproximarse, y me alejo un poco más. Giro la cabeza y la miro como si del mismo demonio se tratase. Ella se congela, se queda quita, se limita a mirarme. Aparto la mirada una vez más.

Se levanta y se acerca hasta llegar enfrente mío. Giro la cabeza de nuevo, la miro, me levanto, y me voy. Salgo por la puerta y me dirijo al camerino, lejos de todo y de todos. Necesito dejar de actuar, y ponerme a pensar. Me estoy cansando ya de jugar.

Me siento en el sillon y a penas me da tiempo a comenzar a leer cuando ella aparece por la puerta con la mirada llena de furia.

-¿Se puede saber que cojones te pasa? -dijo cerrando la puerta y entrando en el camerino.

-Se pide permiso primero ¿no? -dije con la mirada en el guión.

-No me vengas con gilipolleces ¿Qué te pasa? -dijo acercandose a mi.

-¿Qué me pasa de que? -dije sin apartar la mirada del guión.

-¿Por qué te comportas así? ¿Por qué me esquivas? -dijo cruzandose de brazos.

-No sé de que me hablas -dije mirando de reojo a traves de espejo pero sin apartar la mirada del guión ni un solo momento.

-Sí, si sabes de lo que hablo, huyes de mi como si tuviera la peste -dijo clavando su mirada en mis ojos atraves del cristal.

-No sé de que me hablas -dije pasando la pagina.

-¿No sabes de que hablo? -dijo subiendo el tono del voz- eres un jodido niñato, cuando quieras dejar de ser un gilipollas me buscas y ya si eso hablamos.

-¿Niñato yo? -dije levantandome antes de que saliera por la puerta- hablo doña madurez.

-¿Qué, que pasa conmigo? -dijo cerrando la puerta y acercándose de nuevo a mi.

-Tú fuiste la que decidiste cortar, pero eso si, cuando pasan de ella la señorita se pone loquita, como no, la madurez al poder -dije cruzándome de brazos y sin bajar la voz.

-Te pedi un tiempo, tiem-po, ti-em-po ¿no entiendes o te lo explico? -dijo comenzando a gesticular- y creo que no va hacer falta que te recuerde el porque te lo pedí.

-Me lo pediste porque te dio la gana, nadie te obligo a nada -dije sin apartar la mirada de ella.

-¡Tú me obligaste! Ni si quiera sabias si me querías -dijo bajando un poco el tono de voz- y bueno, parece que ahora tampoco porque ni te dignas en mirarme, y mucho menos en hablar conmigo y decirme lo que sientes.

-¿Qué te diga lo que siento? ¿Realmente te importa lo que siento, Cristina? -dije sin ni si quiera mover un solo músculo- porque parece que sobro en tu vida, yo te veo feliz, como si nada. Bueno, como si nada, no, incluso más feliz.

-Tú lo que eres es un gilipollas dijo volviendo alzar el tono de voz- que tú no sepas lo que sientes no significa que los demás tengamos los mismo problemas, yo tengo muy claro que es lo que siento.

-¿Y qué es lo que sientes, Cristina? -dije acercandome a ella y dejando apenas unos milímetros de distancia.

-Pues que te quiero, joder, que te quiero -dijo descruzando los brazos y mirandome fijamente a los ojos- ¿y tú, que sientes?

-Esto siento dije mientras colocaba mi mano en su nuca y acercaba nuestros labios lentamente.

Nuestras bocas chocaron, despacio, con cuidado, disfrutando del tacto de nuestros labios. Sus manos subieron hacia mi nuca, mientras las mías viajaban hacia su cintura. Nuestros cuerpos chocaban, se pegan, se necesitaban. Mi suspiros se perdían entre los suyos. .Mi cuerpo, mi mente, mi alma le pertenecían."

Cierro los puños con fuerza y apenas puedo gritar para calmar el dolor. Las lagrimas comienzan a caer por mis mejillas mientras el dolor de mi pecho se iba más profundo. Duele, quema, pero me siento vacio, como si nada importarse. Solo quiero que esto acabe, que dolor se vaya. Solo quiero despertar de esta pesadilla de una puta vez Mi niña, por favor, despiertame.