lunes, 31 de diciembre de 2012


Lo peor de los recuerdos
es que a veces pueden, literalmente, perforarte el alma.

Capitulo setenta y tres (primera parte).
Enciendo la radio y sonrío al ver que se escucha “Hogueras” de fondo. Voy de camino a casa de mis padres después de pasar la noche con él… Otra vez. Suspiro y fijo la mirada en los coches que me adelantan. ¿Pasar la noche con él? ¿Se le puede llamar a eso quedarte dormida en su sofá durante toda la noche? Supongo que sí.

Giro el volante y me agarro a él con fuerza. Lo peor de todo es despertarte y ver que no esta… Que se ha ido a la cama y una vez más, me ha dejado sola. Dejo una mano en el volante y con la otra comienzo a cambiar la emisora. No sé de que me quejo…¿No sé supone que es lo que haria un amigo? ¿Y no sé supone que eso es lo que somos? Pero ¿eso es lo que quiero?

Sacudo la cabeza y miro la lluvia caer mientras dejo mi mente volar…

“Deje la maleta a un lado y salí corriendo a la terraza sintiendo sus pasos detrás de mi.

-Adoro estas vistas… -dije mirando hacia la playa.

-Esta el cielo muy oscuro ¿no? –dijo colocando la barbilla en mi hombro mientras se abrazaba a mi cuerpo- tiene toda la pinta de que va a llover.

-Me gusta la lluvia –dije girando mi cabeza para buscar su mirada.

-¿No era que querías ponerte morena? –dijo girando la cabeza y depositando un pequeño beso en mi mejilla.

-Bueno no pasa nada, tengo todo el verano… -y me separe de su cuerpo mientras sonreía- no todos los días puedo disfrutar de las vistas de Los Ángeles mojado.

-Entonces ¿quieres que salgamos? –agarro mi mano para deslizarme a la habitación.

-No, no, no –dije abrazándome a él- quedémonos hoy aquí, viendo una peli, con la lluvia, calentitos…

-Me parece un buen plan, señorita –dijo chocando nuestras narices- ¿Estas cansada?

-No mucho, la verdad –deje un pequeño beso en sus labios y me separe de él para abrir la maleta y buscar el pijama- pero me duele todo el cuerpo de estar tanto tiempo sentada… No estoy acostumbrada.

-Es que eres un culo inquieto, Pedroche –dijo sonriendo mientras rebuscaba en su maleta.

-Y tú eres un perro, Martínez –y le saque la lengua mientras entraba al baño.

-¿Qué canal pongo? –le escuche gritar mientras empezaba a desmaquillarme.

-No sé, busca hasta encontrar alguna película –dije ya saliendo del baño.

Sonreí al verle tumbado en la cama con el pijama puesto y escondido entre las sabanas. Fui acercándome poco a poco hasta sentarme a su lado.

-Estás adorable así ¿lo sabes? –y pegue su frente a la mía con una sonrisa tierna en los labios.

-Yo siempre estoy adorable –y entrelazo sus manos alrededor de mi cuello.

-Bueno, eso es discutible…-dije dejando un pequeño beso en su mejilla.

-No creo que haya mucho que discutir… -dijo con una sonrisa- dudo mucho que te vayas con hombres poco adorables a Los Ángeles.

-¿Hombres poco adorables? –soltando una pequeña carcajada.

-Sí, hombres poco adorables –con una sonrisa burlona.

-La verdad es que yo no suelo ir con hombres a Los Ángeles, ni adorables, ni “poco adorables” –y le di un pequeño mordisco en la mejilla.

-¿Por qué no te pones el pija y te metas en la cama para que te pueda dar mimitos? –dijo colocándome el pelo detrás de la oreja.

-Me parece –dejando un pequeño beso en sus labios- una –otro- muy –otro- buena –otro- idea.

Me separe de él y comencé a desvestirme mientras él me seguía con la mirada.

-Tampoco hace falta que te vistas si no quieres… -dijo con una sonrisa picara.

Me reí y empecé a ponerme el pijama. Cuando acabe estaba con el móvil en las manos y la mirada fija en él.

-Martínez –metiéndome a su lado en la cama- ¿te das cuenta de que eres adicto a la tecnología?

-Lo sé –con una sonrisa culpable mientras yo me abrazaba a él- pero es que estoy hablando con Flipy… Enseguida acabo  ¿vale?

-Vale…-dije con desgana- ¿Me dejas el mando mientras?

Él sonrió y me paso el mando con la mirada fija en el teléfono. Pasaron cinco minutos, diez, quince, veinte… Y al final me quede dormida con él al otro lado de la cama pero a millones de kilómetros de mi.

domingo, 23 de diciembre de 2012


Es tan difícil mantener la compostura
y fingir que no veo las curvas de tu cuerpo bajo la ropa.
Y tu risa es tan pura e inocente,
es aterrador saber tan bien el sitio al que no debo ir.

Capitulo sesenta y dos:
Abro los ojos mientras escucho la música de fondo, la luz de la tele es tan fuerte que duele. Cierro los ojos y dejo caer la cabeza nuevamente contra el sofá. Noto un cuerpo pegado al mío y no me hace falta abrir los ojos de nuevo para saber quien es, podría distinguir su olor en una sala llena de gente… Es extraño el efecto que los olores tienen en mi, la mayoría no le hace demasiado caso a los olores, solo importa el tipo perfume, colonia o gel que utilizan pero como en la mayor parte de las cosas de esta vida, no es tan sencillo.

Un olor puede decir mucho más de una persona o lugar que cualquier relato que se pueda escribir sobre él. Olor a casa, a hogar… Creo que ese es el mejor olor del mundo pero no necesariamente tiene que estar en una vivienda, es más, creo que casi nunca esta en las viviendas, esta en las personas. Cuando te dejas arropar por los brazos de alguien y pegas su cuerpo al tuyo e inhalas su olor… Un gesto tan normal, tan simple, tal vulgar… Ese simple gesto, puede hacerte volver a casa. Y yo, me siento en casa.

A pesar de todo, abro los ojos y analizo detenidamente sus facciones. Parece tan pequeño cuando esta dormido… Tan tranquilo, tan inofensivo. Sonrío al pensar en eso, en realidad él casi siempre es inofensivo, aunque se niegue a creerlo. Alargo el brazo y agarro el mando que tiene preso entre su brazo y su pecho, se revuelve y vuelve a quedarse inmóvil. Apago la tele y vuelvo a fijar mi mirada en él.

Hace ya dos meses que no entiendo nada. ¿Se supone que siempre vamos a seguir así? ¿Ser amigos, sin más? Detesto el hecho de estar con él y no poder acurrucarme en sus brazos, perderme en sus ojos o simplemente agarrarle de la mano pero a pesar de todo, siempre que llama, no puedo evitar decirle que si. Sé que tengo que acostumbrarme a esta situación, a ser amigos, a no pensar en el pasado… Se supone que cuando has querido tanto a una persona y has compartido tu vida con ella, es más fácil llevarse bien. El problema esta, en que yo sencillamente no me quiero llevar bien con él.

Quiero discutir, pelearnos por el canal de la tele, llamarle pesadilla y que él grite a los cuatro vientos que soy una niñata. Quiero que todo sea difícil y complicado. Quiero mirarle y ver que sus ojos están llenos de furia pero que al posar su mirada sobre mi siga viendo ese brillo tierno en sus ojos. No quiero esto, no lo quiero joder. Yo no sirvo para salir por ahí para hablar de cualquier chorrada, ni para ver películas en su casa mientras los dos estamos en puntas extremas del sofá.

Suspiro y bajo mi mirada a sus manos. Esta siempre tan distante, tan frío… Es como si de alguna manera hubiera desarrollado alguna especie de alergia hacia mí. Ni si quiera al darme dos besos puede evitar ponerse rígido, como si fuera el peor de los castigos. Esta claro que yo no entiendo a los hombres y sé bien que jamás llegare a entenderlos pero él… Todo él es un jodido enigma.

A veces me pone tan nerviosa que me dan ganas de pegarle, pero pegarle de verdad, para hacerle daño. ¿Cómo es posible que pueda hacer como si fuéramos amigos de toda la vida, sin la más minima dificultad?  Se supone que me quiso, o que me quiere, la verdad es que no lo sé bien… El caso es que, nadie actúa así con una persona de la cual que a estado enamorado. Pero él es él… Y sin duda es todo un caso aparte.

Estiro el brazo y agarro mi móvil. Subo un poquito las manos y le enfoco con la cama… Me gustaría que estuviese siempre así, cercano, tranquilo. Aprieto el botón y guardo el móvil con rapidez al darme cuenta de que no le he quitado el sonido. Me acerco más a él y comienzo acariciarle la cara…

“-No te pongas así –dije abrazándome a él- sabes que no lo han hecho aposta, además, no ha sido culpa suya.

-Sí, lo sé –dijo tranquilo, aunque yo podía ver la furia en su mirada- pero sé como es la gente, mañana abran sacado las cosas de contexto y seguramente ya nos den por casados.

-¿Y? – saque las llaves para abrir la puerta de mi apartamento y alce la mirada hacia él.

-¿Cómo qué “y”? –y entro delante de mi sin ni si quiera esperar a que yo pasara- que empezara todo el barullo, y ala, otra vez a salir en las portadas.

-¿Y que tiene eso de malo? –dije cerrando la puerta y acercándome más a él- seguramente te ayudara con la publicidad para Guasap!.

-Yo no quiero ese tipo de publicidad –dijo cruzándose de brazos mientras seguía mirándome fijamente- Y más, cuando solo se trata de suposiciones y trolas.

-¿Tan malo seria que pensaran que nos vamos a casar? –y esta vez fui yo la que se cruzo de brazos y le dedico una mirada glacial.  

-Sabes muy bien que no es eso… -acercándose más a mi y cambiando el tono de su voz a uno más calido.

-La verdad es que ya no lo sé pero desde luego, es lo que parece –y desvíe la mirada hacia la encimera para evitar encontrarme con sus ojos- acepto que tengas que estar pendiente de Guasap! y que apenas tengamos tiempo para estar juntos, es tu trabajo y sé que es lo que te hace feliz. Acepto acortar nuestro viaje a los Ángeles para que puedas ponerte manos a la obra y empezar con las reuniones y hasta acepto que últimamente este un poco borde pero no aguanto que a la minima señal de compromiso ya empieces a ponerte las deportivas para echar a correr. Yo necesito algo más, Dani –y luche con todas mis fuerzas para poder mirarle mientras veía el dolor en sus ojos- necesito saber que cuando todo esto acabe, nada habrá cambiado. No te hablo de boda, ni mucho menos, pero necesito tenerte cerca, últimamente todo a cambiado tant….

-Shh –dijo acercándose a mi y pegándome a su cuerpo- tienes razón. Últimamente no sé que me pasa, supongo que son todos los cambios y los nervios… Pero me estoy empezando a potar como un gilipollas. Sé que he sido yo el que ha sacado el tema de la boda y que he metido la pata hasta el fondo pero no me he dado cuenta de que estábamos en la radio hasta que ha sido demasiado tarde. Simplemente se me ha ido la cabeza y al darme cuenta de lo que he hecho, me he cabreado conmigo mismo. Tú no tienes la culpa, chiquitina y no tengo que pagar contigo mis cagadas.

-Eres un niñato –dije escondiendo mi cara en su cuello pero sonriendo.

-¿Perdona? –y escuche una pequeña risita mientras las palabras salían de su boca.

-Lo que has oido –me aleje para mirarle y sonreí.

-Te aseguro –dijo pegando sus caderas a las mías y comenzando a besar mi cuello- que no soy ningún niñato. Es más –metió la mano por debajo de mi camiseta para empezar acariciar mi tripa- me voy a pasar toda la noche demostrándotelo.”

Comencé a notar como empezaba a moverse y me separe rápidamente. El me miro y sonrío medio dormido.

-¿Te quedas a cenar? –dice levantándose y poniéndose de pie pero sin apartar la mirada de mis ojos.

Y una vez más, soy incapaz de decirle que no.

sábado, 22 de diciembre de 2012


¿Aún puedes ver mi corazón?
Toda mi agonía se desvanece, cuando me sostienes en tu abrazo.
Capitulo sesenta y uno:

-Llegas temprano –dice con una sonrisa mientras mis ojos se deslizan por todo su cuerpo, tapado (apenas) por una toalla enredada en su cintura.

-Un tio muy pesado insistió bastante en que yo no llegara tarde –digo dejando un beso en su mejilla y cruzando el umbral de la puerta.

-¿Si? –y guiña un ojo de forma coqueta mientras dice muy serio:- no deberías hacerle caso a los pesados.

-Ya, me he dado cuenta al ver que al final el tardon era él –y señalo la toalla sin poder reprimir una sonrisa.

-Tampoco vas a ver nada que no hayas visto ya… -dice en tono burlón mientras comienza andar hacia el baño.

-¡Daniel! –digo tirandole un cojín de los que había justo a mi lado, encima del sofá.

-Pues sentarte, si eso, aunque no creo que tarde mucho –y se para justo antes de llegar a la puerta- por cierto, tengo una sorpresa.

-¿Qué…? –y cierro a la boca, al ver como él cierra la puerta del baño ignorando mis palabras.

Comienzo a dar vueltas rodeando todo el salón, todo esta tal y como lo recordaba… Bueno, creo que hay más fotos que la ultima vez que vine, pero claro, de eso hace ya más de cuatro meses. ¿Cuatro meses? Yo diria que han sido algo así como cuatro largos años interminables. Sonrio al ver nuestras manos entreladas mientras sonreimos a la camara y yo tengo en brazos a la hija pequeña de Chuspy. El bautizo… Uau ¿hace tanto de eso? Creo que realmente he perdido la noción del tiempo. Todo cerca y lejos a la vez.

Me giro y veo su mirada analizarme lentamente, no es una sorpresa, había oído la puerta pero me mira de una manera muy diferente a cuando entre por la puerta. Lo veo cruzarse de brazos y no puedo hacer otra cosa, que intentar retener la sonrisa en mis labios.

-Cuesta creer que haya pasado tan poco tiempo desde esa foto ¿no? –dice acercándose al salón.

-¿Poco? A mi me parece que a pasado muchísimo tiempo… -digo encogiéndome de hombros y volviendo la mirada para analizar la foto- Se nos ve muy felices.

-¿Hace falta que diga que lo éramos? –me giro y encuentro una pequeña sonrisa melancólica en sus labios- por lo menos, lo que yo recuerdo, claro.

-Bueno –y consigo esbozar la más falsa de las sonrisas- dejemos de hablar de esas cosas. El pasado esta bien tal y como esta ¿no? ¿De que sirve removerlo?

Yo no quiero remover nada. Quiero empezar de cero tú y yo… Nada de Dani Martínez y Cristina Pedroche. La pesadilla y el niñato… Solo eso. Noto como las palabras se me atascan en la garganta. Quiero acercarme, abrazarle, olvidarme de todo… Pero él parece tan distante. No lo entiendo. A veces parece que esta dispuesto a empezar de cero, a dejarse llevar, y  sin embargo otras veces es como si estuviéramos en universos diferentes y él fuera inalcanzable. No para de enviarme señales contradictorias.

En fin, y luego dicen que las complicadas somos las mujeres…

-Ey –dice chasquean los dedos delante de mi cara- te has quedo empaná, Pedroche.

-Arg –digo agarrando sus dedos y apretándolos con fuerza en mi mano- sabes que odio que hagas eso.

-Por eso mismo lo hago –y sus ojos se chocan con los míos mientras en su cara de dibuja una sonrisa burlona.

-Eres una pesadilla –digo soltando su mano y empezando a caminar hacia la cocina- Tengo hambre ¿Sabes? Espero que por lo menos ya tengas hecha la comida…

-La verdad es que ha tenido suerte, señorita –dice colocándose a mi lado cuando freno en la cocina- la comida ya esta lista y solo queda calentarla y poner la mesa.

-¿Calentarla? –y sonrío mirando hacia el taper que había encima de la encimera- ¿Tu madre, no?

-Si, mi madre –y mete directamente el recipiente en la encimera mientras yo le sigo atentamente con la mirada- ¿qué? No me mires así, Pedroche, a ti también te hace la comida tu madre.

-Ya, ya, lo sé, lo sé –digo riendo- pero tú vas a cumplir treinta años…

-Y tú tienes veinticuatro…-se cruza de brazos mientras me mira fijamente.

-Vamos, sabes que no es lo mismo… -y sonrío, divertida, al ver como empieza a enfadarse- Yo hace solo un par de meses que no vivo con mi madre, tú hace más de diez años.

-No me gusta cocinar –dice girándose para fijar la mirada en el microondas.

-Excusas… -digo casi en un susurro mientras me muerdo el labio para intentar contener la risa.

-¿Qué has dicho? –posando de nuevo su mirada sobre mi de una manera un tanto brusca.

-Nada –me encojo de hombros y sonrío- que tengo sed.

-Pues abre la nevera –dice señalando al electrodoméstico  que estaba justo detrás de mi- de momento no muerda ni nada.

-Bueno, bueno, bueno, que humores Martinez  -digo abriendo la nevera y sacando una pequeña botella de agua- ¿Síndrome pre-menstrual?

-No –gruñe de mala manera- Tienes razón –y se acera para ponerse enfrente mio- últimamente estoy de muy mal humor. Pero ya sabes, me estreso, y cuando me estreso, me enfado…

-Lo entiendo –digo mirándole fijamente- pero Dani, yo estoy aquí porque tú me invitaste… Si querías estar solo, solo tenias que decirme –me giro y busco mi bolso con la mirada- mira, lo mejor será que me vaya…

-No –dice agarrándome del brazo y acercándome más a él- Siento haber estado borde contigo, las cosas no me han salido como esperaba y estoy un poco enfadado con el mundo… -comienza a gesticular sin parar y yo no puedo apartar la mirada de sus ojos- Pero no es tu culpa, y tú no te mereces que te trate así. Soy un completo imbecil… Pero no quiero que te vayas –me pega a su cuerpo y me abraza con fuerza- No me dejes solo.

Suspiro y alzo los brazos para entrelazarlos alrededor de su cuello. Pego su cuerpo al mio, noto que él se abraza a mi cintura.

Y me doy cuenta, de que jamás podría dejarle solo, ni aunque quisiera y por alguna extraña razón, no quiero.

miércoles, 19 de diciembre de 2012


Hay un hueco en mi alma,
… puedo verlo en mi cara.
Capitulo setenta.
Fijo la mirada en aquella puerta blanca, lentamente me acerco hacia ella y apenas consigo aguantar el impulso de suspirar antes de tocar al timbre. Es extraño como las puertas siempre han sido las salidas para todo, cuando en realidad, son solo una entrada. A una casa, a una nueva vida, a nuevos sueños… y solo en las peores ocasiones, a los recuerdos.

Me cruzo de brazos y me apoyo en la pared esperando a que esa puerta se abra, mientras, lucho con todas mis fuerzas, por cerrar mi propia puerta. Cierro. ¿Desde cuando esto es así? ¿Cuándo deje de vivirla vida al momento y comencé a vivirla a base de recuerdos? Yo no quiero esto. No quiero recuerdos, no quiero promesas incumplidas ni tener algo más que añadir a la interminable lista de fracasos. No quiero nada. No quiero esta vida. Simplemente quiero borrarlo todo, simplemente no dejar nada. ¿Volver a nacer?

“Mire la puerta blanca mientras notaba su brazo tirando de mi hacia él. Le mire y sonrío… Agacho la mirada y comienzo a meter la llave por la cerradura. Abrió la puerta y yo alargue el brazo para engancharme a su cintura. Él se separo y me agarro de la mano, que por alguna absurda razón, no para de temblar.

-Me encanta –susurré nada más- es muy tuya –y sonreí al ver a un pequeño jugador de baloncesto pegado en la pared.

-Es mi casa –dijo acercándome más a él- y bueno, puede ser la tuya también.

-De eso ni hablar –y tuve que hacer un gran esfuerzo para reprimir una sonrisa mientras me miraba- yo jamás pintaría las paredes de un color tan fuerte.

-Ya sabes lo que te digo, no te hagas la tonta –dijo golpeando la punta de mi nariz con su dedo índice- el piso de arriba sigue estando libre…

-No, ya no –dije escondiendo la cabeza en su cuello y dejando un pequeño beso en él.

-¿Ya no? ¿Ya lo han vendido? –y se alejo para mirarme con el ceño fruncido.

-Hable con la inmobiliaria ayer, y ya lo han vendido –me cruce de brazos y me limite a observar su reacción.

-Bueno, entonces nada ¿no? –dijo soltando un suspiro mientra volvía a pegarme a su cuerpo abrazándome por la cintura- parece que ya no podremos ser vecinos.

-Eso depende… -dije con una sonrisa mientra levantaba la cabeza para mirarle a los ojos.

-¿Depende? ¿De qué? –y otra vez tuve que reprimirme las ganas de reír mientras él volvía a tensar todos sus músculos, intentando disimular su enfado.

-De si consideras tu vecina a una persona con la que trabajas y tienes una relación solo por el hecho de vivir encima tuyo, bueno, no literalmente, ya me entiendes, en el piso de arriba –dije al tonar su mirada picara sobre mi.

-¿Entonces…? ¿Lo has comprado? –pregunto mientras me colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja.

-Si, pesadilla –y sonreí al alzar las manos y entrelazarlas alrededor de su cuello- ahora no me quedara más remedio que ver esa cara de abuelete todos los días.

-Ah, ¿es que acaso te molesta? –dijo pegándome más a su cuerpo mientras apenas separaban unos milímetros su sonrisa de mi boca.

-Bueno… No me molesta del todo –y sonreí al ver como volvía a fruncir el ceño- ¿Sabes? Como sigas haciendo eso, te van a salir arrugas…

-¿Y entonces te buscaras otro más joven? –dijo sobre mi cuello mientras empezaba a dejar un río de besos hasta subir a boca.

-Más joven y con menos mala leche –y volví a sonreír tras notar un mordisco sobre mi cuello- Últimamente estas de un raro…

-¿Yo? –dijo alzando la cabeza de su escondite y mirándome fijamente a los ojos.

-Sí, tú –dije dando un pequeño golpecito en la punta de su nariz.

-Puede ser, no sé –él volvió a pegarme a su cuerpo y yo comencé a despeinarle más el pelo- debe ser todo el trabajo, los preparativos para Guasap!, la decoración del piso…

-Pero tú y yo estamos bien ¿verdad? –y esta vez fui yo la que escondí mi cara en el hueco de su cuello.

-Ey, mimare –dijo apoyando su mano sobre mi mentón y obligándome a mirarle a los ojos- estamos más que bien, si no ¿crees que me iría a Los Angeles contigo? Jamás me arriesgaría que me montaras un espectáculo en un avión en el que tenemos que estar doce horas.

-Eres idiota –y le dí un gran golpe en el brazo mientras empezaba a reír.

-Solo es la verdad –aseguro con una sonrisa- Es solo que necesito un poco más de tiempo para mi trabajo, para tenerlo todo bien preparado, no quiero que esto salga mal.

-Y no va a salir mal, ya veras –dije con una sonrisa mientras su boca comenzaba a chocar con la mía.”

Oigo el sonido de la puerta y doy un paso adelante alejándome de pared. Alzo la mirada y me encuentro con sus ojos, y entonces, lo entiendo. No quiero borrar mi vida, ni todo lo que he  pasado. Solo quiero borrar mi historia, su historia…La nuestras. Que él no sea él, y que yo, no sea yo… Quizás entonces, si no hubiera tiempo, si no existiera ese "ya es tarde" que palpita en mi pecho y todos nuestros recuerdos no chocaran contras mis entrañas, quizás y solo quizás, habría lugar para los infinitos.