sábado, 27 de abril de 2013


Nada puede devolverme tu mirada.

Capitulo setenta y nueve:
Alargo el brazo para tocar su cuerpo, para pegarla a mí. No toco nada, está vacío y abro los ojos de inmediato. Estoy solo. Suspiro y vuelvo a cerrar los ojos mientras paso la mano por mi cara. Cojo el móvil y miro la hora, es demasiado temprano para ir grabar. Desbloqueo el móvil esperando tener algún mensaje suyo, nada. Ni whatsapp, ni twitter, nada.

Me levanto de la cama con cuidado, siento que la cabeza me va explotar. Comienzo a notar su olor, está en toda la habitación y poco a poco se va metiendo dentro de mí, dañándome, enredándose por mis tripas, impidiéndome respirar. Subo la mano hacia mi pecho intentando congelar el dolor. ¿Qué me pasa? Era yo el que quería terminar con todo esto.

Empiezo a vestirme con los ojos clavados en la cama. Apenas he dormido diez minutos ¿Cómo ha podido irse sin que me diera cuenta? Noto como el dolor de mi pecho se hace más agudo a la vez que una idea se cruza en mi cabeza: no se ha despedido. Ni un triste adiós. Ni si quiera eso. Sé que no merezco mucho, y mucho menos después de todos estos meses ¿pero ni si quiera un adiós?

Me miro en el espejo e intento colocarme el pelo. Me dirijo a la cocina, abro el frigorífico y lo vuelvo a cerrar al momento, no tengo hambre. Suspiro y me dirijo a la entrada para coger las llaves mientras guardo el móvil en el bolsillo no sin antes mirar por quinta vez si tengo algún mensaje suyo. Supongo que es lo mejor ¿podría soportar una despedida más?

Salgo de casa y más por inercia que por acto meditado, llevo mi mano al bolsillo donde está guardado el móvil. Entro en el ascensor y fijo la mirada en el botón de su piso. No, ya está. Se acabo. Se acabo todo. Es una tontería seguir luchando por algo que no tiene sentido. Aprieto el botón del portal pero sigo con la mirada fija en su número. No puedo evitarlo.

Empiezo a notar como para el ascensor, bajo la mirada y la clavo en el suelo mientras salgo por la puerta. Noto como mi corazón se para al pasar por delante del buzón ¿Y si…? Agarro las llaves, busco las del buzón, adentro la llave a toda prisa. Nada. Otra vez nada. Deslizo las manos por mi cara ¿pero qué estoy haciendo? Creo que me estoy volviendo loco. Suspiro y salgo a buscar el coche.

Llego a plato, noto como el tiempo empieza a correr, como se me escapa de las manos cada vez que vuelvo a mirar el móvil, como mi corazón se paraliza por momentos. Sin darme cuenta llega la noche pero no quiero irme a casa. Trato de parar el tiempo, doy mil vueltas con el coche antes de parar frente a mi portal, nuestro portal. Aparco, entro a toda prisa al portal, me meto en el ascensor y fijo la mirada en el suelo.
Me quedo inmóvil durante todo el trayecto, paralizado. Salgo del ascensor y abro lentamente la puerta de mi casa. Nada más entrar choco con su olor, con su recuerdo. Fijo la mirada en el suelo una vez más y camino hacia la habitación. Observo la cama desde lejos y comienzo a desvestirme. Quizás debería cambiar las sabanas…

Me pongo unos pantalones, me meto en la cama y aspiro el olor de la almohada, supongo que en el fondo soy un poco masoca. Cierro los ojos e intento no pensar en nada. Tengo sueño, tengo ganas de olvidarme de todo pero me es imposible parar de pensar. Casi al instante, vuelvo abrir los ojos y desbloqueo el móvil. Entonces, encuentro su nota… Sé que es suya, yo jamás apuntaría nada en el móvil. Mi corazón comienza a latir con rapidez mientras mis ojos mirar sin mirar. Empiezo a leer, siento que todo el peso del universo me cae encima, siento como se me sube la comida y la presión que hay en mi estomago se vuelve una tortura. Cierro los ojos con fuerza, intentando retener las lágrimas. Lucho con todas mis fuerzas para no pensar.

Ya esta, se acabo. ¿No quería una despedida? Pero así no, joder, así no. Suspiro y sacudo la cabeza con fuerza dejando que las lágrimas se apoderen de mi cara a la vez que su olor me arranca las entrañas. Fijo la mirada en la pared mientras las lagrimas siguen cayendo e intento dejar la mente en blanco. Cierro los ojos nuevamente e inteto traspórtame al mundo de los sueños. “Y ahora tengo más que seguro, que realmente no se puede más”. Basta, basta, basta, para ya. Siento como el dolor me impide respirar. Yo sé, que si se puede más.

Noto como todo mi cuerpo comienza a relajarse y por un momento creo que conseguiré dormirme sin pensar en ella. Y de repente aparece su imagen en mi cabeza… Se está riendo… Con esa risa de niña que tanto me gusta… Y lo manda todo a la pierda una vez más.
Suspiro adormilado y me cambio de posición. Vuelve aparecer, pero esta vez, vestida de novia, sonriendo de oreja a oreja…

“Se la ve venir desde lejos, sonríe, brilla. Yo la espero en la otra punta de la sala pero no sonrío, estoy serio. Ella no me mira, creo que ni si quiera me ha visto. Me giro y busco el punto donde ella tiene fija la mirada… Y entonces lo entiendo. No soy yo. Un hombre alto, la espera justo a mi lado. Él si sonríe, es más, por un momento pienso que se le van a romper los dientes de tanto sonreír.

Ella se acerca y su sonrisa se ensancha cuando él coge su mano. Aprieto los puños con fuerza, intentando frenar el impulso de abalanzarme sobre él.  Un hombre empieza hablar y yo aparto la mirada de ellos, comienzo analizar la habitación.

En la primera fila, los padres de Cris, ellos también sonríen ¿es que acaso no han visto la cara de gilipollas del tio que se va a casar con su hija? Suspiro y alzo la mirada para ver por encima de sus cabezas. A lo lejos veo a Mery, Moni, David, mi hermano y ¿Chuspy y Juanpe? ¿En serio?

De vuelvo mi mirada hacia ellos. Ese debería ser yo… Ese debería ser mi traje y debería ser yo el que soltase un montón de memeces sobre el amor. Nuestras memeces. De pronto siento ganas de gritar, intento con todas mis fuerzas acercarme a ella, frenar esta locura pero algo me lo impide, no puedo acercarme a ella, no puedo moverme. Intento gripar pero no me sale la voz.

Entonces ella sonríe, se acerca él, y le besa…. Y yo sigo paralizado, apenas puedo respirar. Noto como las lagrimas empiezan a correr por mis ojos. Poco a poco me voy alejando de las escena hasta llegar a una habitación blanca… Nada, no hay nada.

Porque eso es lo que soy, eso es en lo que me he convertido, nada.”

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