Tengo
que admitir que soy un poco friki, aparte de encantarme las letras, soy fanática de los números Desde pequeña las Matemáticas y la Lengua eran algo que me
apasionaba. Las letras, por un motivo que creo aparente, y los números porque
eran algo preciso, dos más dos siempre sera cuatro, lo mires por donde lo
mires y quizás estoy algo obsesionada con la precisión He ido creciendo y mi
amor por los números ha ido creciendo, bueno, menos por los números de física. La física y yo nos odiamos. Bah, en realidad ella me odia a mi y yo solo me
resigno. ¡Total! A donde quiero llegar es que ¡me voy a hacer matemática y voy
a dejar de escribir! No, no, no, broma, las calculadoras también me odian (se
que es difícil que un objeto inanimado sienta algo de humanos, pero a mi me
pasa).
El
caso es que, según fui creciendo, fui relacionando los números con distintas
cosas. Siempre he sentido un amor extremo hacia el diecinueve, y un cariño un
poco raro hacia el veintitrés. Los números siempre me recuerdan a personas, a
fechas, a cosas importantes o a esos días del calendario que pases con suspiros
de por medio. Por eso, nunca he entendido ese asco infinito hacia el numero
trece.
El
trece me gusta, suena bien, suena fuerte. Tampoco he entendido nunca porque
siempre la(s) cuenta(s) atrás empiezan desde el número diez. Por eso, y porque
soy rara, mi cuenta atrás empieza desde el numero trece.
¿Que cuenta atrás? Pues la que cierra un ciclo que ha sido de los más
bonitos de mi vida. La que cierra una historia, y una conexión especial con muchas
de vosotras.
Tengo
que reconocer que yo siempre he sabido que Directo tendría ochenta capítulos. Muchas veces, le he dicho a mis amigas, que quería llegar al cien, pero eso me
parece algo TAN típico TAN trillado, TAN poco yo. Así que hace meses que sabia
que esta novela tendría menos capítulos de los esperados.
Os
imagino a todas como gallinas sin cabeza al leer esto y la verdad es que me
hace mucha gracia, así que si tenéis alguna pregunta ya sabéis ¡comentar y yo
respondo!
Quiero
darle las gracias, a esa personita que ha estado siempre y que ha guardado este
secreto como oro en paño. ¡Gracias Pau, te debo mucho!
Ochenta…
Suena bien ¿eh? Empecemos con la cuenta atrás.
“No
se retrocede. Te quedas donde estas, y luchas.”
Capitulo
sesenta y siete:
Cierro la puerta de un golpazo. Dejo las llaves sobre la
mesa y a penas espero a llegar a la habitación para comenzar a descalzarme.
Deslizo los zapatos sobre mis pies y me tumbo lentamente en la cama. Fijo la
mirada en el techo, ese que ha sido testigo de tantas decisiones. Suspiro y doy
media vuelta.
Después de llevar todo el día intentando no pensar, lo unico
que he conseguido es tener todo menos claro. “Cuando hay un problema
simplemente hay que buscar una solucion” no para de repetir todo el mundo. ¿Y
que pasa cuando no hay solución? ¿Qué pasa cuando tu punto de partida se
convierte en tu final?
Me reincorporo y comienzo a desabrocharme la camisa. Tal vez
las cosas no sean tan difíciles como parecen, pero me duele simplemente le
hecho de pensar en la situación. Deslizo los pantalones por mis piernas y
comienzo a sentir un dolor punzante en la cabeza. Tantas emociones en tan poco tiempo tienen efectos
secundarios.
Me dejo caer sobre la cama y ni si quiera me molesto en
deshacer la cama. Agarro el movil y comienzo a tecla su numero casi de manera
automanica.
-¿Qué pasa, Martinez? –se oye la voz de Chuspy al otro lado
del teléfono.
-¿Qué pasa, perdió? Desde la otra noche ni una llamada, ni
un mensaje, ni un triste whatsapp… -digo deslizandome debajo de las mantas.
-Perdoneme usted, no sabia que tenia una segunda mujer –y oigo
su risa de fondo- Ya sabes que he estado ocupado con los regalos de reyes de
las niñas, el trabajo…
-Las juergas –y coloco el movil en manos libres tras dejarlo
sobre mi estomago.
-Eso también –y esta vez su risa suena más fuerte- bueno ¿me
vas a contar que te pasa?
-¿Y por qué se supone que me tiene que sapar algo? –digo colocando
las manos debajo de mi cabeza.
-Porque te noto raro, apagado, porque me has llamado –y su
voz se escucha algo más seria- porque he visto a tu hermano esta tarde…
-Creo, que no se puede ser más bocazas –y comienzo a
despinar mi pelo- no sé porque se tiene que meter tanto en esto.
-Porque le preocupas –dice de una manera más suave- Dani,
llevas meses que no levantas cabeza y es tu hermano, es normal que se preocupe.
-Hoy la ve visto ¿Sabes? –y siento como las palabras salen
de mi boca de una manera lenta y dolorosa.
-¿Y? ¿Habeis hablado? –y dice casi empezando a refunfuñar.
-Más de la cuenta… -y apenas puedo evitar que un suspiro se
deslice entre mis labios.
[Nota de autora: No sé si los suspiros se deslizan, pero en
mi novela si ¿VAAAAALE?]
-¿Cómo? ¿Cómo? –dice alzando un poco la voz- Habeis hablado
después de nosecuantros meses de cabezonoria ¿Dónde esta el problema? ¿De que habeis hablado?
-A sido todo muy raro, yo baja por el ascensor y ahí estaba
ella, en el portal –digo mientras vuelvo a clavar la mirada en el techo- ha
empezado siendo una conversación absurda y se ha acabo conviertiendo que todo
un embrollo. Ella me ha agradecido que le enviara un mensaje, y yo le he dicho
que no era nada, entonces ella ha dicho que para ella era importante. Total,
que al final somos amigos.
-¿Y? ¿Eso que tiene de malo? –y apenas puedo escuchar una
pequeña risa.
-Que no tengo cojones
a decirle que no a nada –y suspiro con fuerza- que daria todo porque todo
volviera a la normalidad.
-Sigo sin verle el problema –dice algo más serio.
-A que la jodi, la jodi pero bien –y vuelvo a despeinarme,
pero esta vez con más fuerza- a que he sido un gilipollas y lo he mandado todo
a la mierda. Y ahora ella quiere ser mi amiga, ¡mi amiga! ¿entiendes? ¿cuando
cojones hemos sido ella y yo amigos?
-No creo que eso sea malo, sabes como es Cris, ella no te quería
en su vida si todavía no sintiera cosas por ti, después de todo has sido un autentico
gilipollas ¿y quien quiere un tio así en su vida?
-No estoy seguro si esas es la parte positiva de la frase –digo
sonriendo- pero no sé cuando se ha vuelto todo tan complicado. Es simple, yo la
quiero, ella me quiere ¿tan difícil es?
-Lo es por como hiciste las cosas… -y las palabras salen de
su boca de una manera un tanto bruca.
-Creo que no te he llamado para que me critiques –digo seriamente.
-¿Se puede saber que te pasa? ¿Te va a venir la regla? –y oigo
su risa desbordándose- estas excesivamente sensible. Solo te falta poner a
comer helado y llorar viendo películas moñas para dar por cierta mi hipótesis de
que tiene el síndrome premenstrual.
-Puede ser –digo mirando fijamente la tableta de chocolate
que había en mi mesilla- la cosa es que yo te llamo para pedirte ayuda, porque confío
en ti, porque confío en tu opinión.
-¿Si no me lo hubiera dicho Nacho me lo habrías contado?
-Eso no importa –digo sonriendo- la cosa es que no sé que
hacer.
-¿Qué no sabes que hacer? Es muy fácil –dice alzando la voz-
lucha, imbecil, no te quedes quieto.