“Lo peor de los recuerdos
es que a veces pueden, literalmente, perforarte el alma.”
Capitulo setenta y tres (primera parte).
Enciendo la radio y sonrío al ver que se escucha “Hogueras”
de fondo. Voy de camino a casa de mis padres después de pasar la noche con él…
Otra vez. Suspiro y fijo la mirada en los coches que me adelantan. ¿Pasar la
noche con él? ¿Se le puede llamar a eso quedarte dormida en su sofá durante
toda la noche? Supongo que sí.
Giro el volante y me agarro a él con fuerza. Lo peor de todo
es despertarte y ver que no esta… Que se ha ido a la cama y una vez más, me ha
dejado sola. Dejo una mano en el volante y con la otra comienzo a cambiar la
emisora. No sé de que me quejo…¿No sé supone que es lo que haria un amigo? ¿Y
no sé supone que eso es lo que somos? Pero ¿eso es lo que quiero?
Sacudo la cabeza y miro la lluvia caer mientras dejo mi
mente volar…
“Deje la maleta a un lado y salí corriendo a la terraza
sintiendo sus pasos detrás de mi.
-Adoro estas vistas… -dije mirando hacia la playa.
-Esta el cielo muy oscuro ¿no? –dijo colocando la barbilla
en mi hombro mientras se abrazaba a mi cuerpo- tiene toda la pinta de que va a
llover.
-Me gusta la lluvia –dije girando mi cabeza para buscar su
mirada.
-¿No era que querías ponerte morena? –dijo girando la cabeza
y depositando un pequeño beso en mi mejilla.
-Bueno no pasa nada, tengo todo el verano… -y me separe de
su cuerpo mientras sonreía- no todos los días puedo disfrutar de las vistas de
Los Ángeles mojado.
-Entonces ¿quieres que salgamos? –agarro mi mano para
deslizarme a la habitación.
-No, no, no –dije abrazándome a él- quedémonos hoy aquí,
viendo una peli, con la lluvia, calentitos…
-Me parece un buen plan, señorita –dijo chocando nuestras
narices- ¿Estas cansada?
-No mucho, la verdad –deje un pequeño beso en sus labios y
me separe de él para abrir la maleta y buscar el pijama- pero me duele todo el
cuerpo de estar tanto tiempo sentada… No estoy acostumbrada.
-Es que eres un culo inquieto, Pedroche –dijo sonriendo
mientras rebuscaba en su maleta.
-Y tú eres un perro, Martínez –y le saque la lengua mientras
entraba al baño.
-¿Qué canal pongo? –le escuche gritar mientras empezaba a
desmaquillarme.
-No sé, busca hasta encontrar alguna película –dije ya
saliendo del baño.
Sonreí al verle tumbado en la cama con el pijama puesto y
escondido entre las sabanas. Fui acercándome poco a poco hasta sentarme a su
lado.
-Estás adorable así ¿lo sabes? –y pegue su frente a la mía
con una sonrisa tierna en los labios.
-Yo siempre estoy adorable –y entrelazo sus manos alrededor
de mi cuello.
-Bueno, eso es discutible…-dije dejando un pequeño beso en
su mejilla.
-No creo que haya mucho que discutir… -dijo con una sonrisa-
dudo mucho que te vayas con hombres poco adorables a Los Ángeles.
-¿Hombres poco adorables? –soltando una pequeña carcajada.
-Sí, hombres poco adorables –con una sonrisa burlona.
-La verdad es que yo no suelo ir con hombres a Los Ángeles,
ni adorables, ni “poco adorables” –y le di un pequeño mordisco en la mejilla.
-¿Por qué no te pones el pija y te metas en la cama para que
te pueda dar mimitos? –dijo colocándome el pelo detrás de la oreja.
-Me parece –dejando un pequeño beso en sus labios- una –otro-
muy –otro- buena –otro- idea.
Me separe de él y comencé a desvestirme mientras él me seguía
con la mirada.
-Tampoco hace falta que te vistas si no quieres… -dijo con
una sonrisa picara.
Me reí y empecé a ponerme el pijama. Cuando acabe estaba con
el móvil en las manos y la mirada fija en él.
-Martínez –metiéndome a su lado en la cama- ¿te das cuenta
de que eres adicto a la tecnología?
-Lo sé –con una sonrisa culpable mientras yo me abrazaba a él-
pero es que estoy hablando con Flipy… Enseguida acabo ¿vale?
-Vale…-dije con desgana- ¿Me dejas el mando mientras?
Él sonrió y me paso el mando con la mirada fija en el teléfono.
Pasaron cinco minutos, diez, quince, veinte… Y al final me quede dormida con él
al otro lado de la cama pero a millones de kilómetros de mi.”