“Lo peor de los recuerdos
es que a veces pueden, literalmente, perforarte el alma.”
Capitulo setenta y tres (segunda parte):
“Me pongo las gafas de sol y comienzo a jugar con la arena
que hay bajo mis pies. Giro la cabeza y sonrío al ver como deja el bañe su
cuerpo con los ojos cerrados. Descansado, por fin. Desde que llegamos apenas a
dejado de trabajar. Suspiro y me giro para acariciarle el pelo. El sonríe pero
no se mueve.
Me pregunto si estará pensando en el trabajo. Últimamente
ese tema solo lleva a discusiones. Discusiones y más discusiones… Menudas
vacaciones. Observo su pecho subir y bajar rítmicamente y casi por inercia
coloco la mano sobre él. Bueno, supongo que todas las parejas tienen discusiones
¿no?
El caso es que no puedo dejar de pensar en eso. Una y otra
vez… Todo lleva al mismo tema. Siento como se aleja. Lo siento lejos… Cuando
somos nosotros los que estamos lejos de todo. Oigo un pequeño pitido saliendo
de su móvil y me giro para ponerme nuevamente de cara al sol. Solo espero que
cuando lleguemos a Madrid todo cambie.
¿Quién me iba a decir que yo tendría ganas de volver a casa?
Volver a casa, a mi ciudad, a mi casa, a mi cama, a mis padres, a él… Mañana,
mañana. Le miro y observo como desliza los dedos por el móvil. Por favor, por
favor, que todo cambie cuando lleguemos a Madrid.
-¿Qué pasa? –dijo mirándome de reojo.
-Nada ¿qué va a pasar? –dije en tono sarcástico, devolviendo
la mirada al mar.
-Cristina, no empieces otra vez –fijando la mirada en mi.
-No, “Daniel” no empieces tú –y señale su móvil.
-Es trabajo, ya lo sabes…-le mire con mala cara y me cruce
de brazos- No puedo irme sin más y dejarlo todo.
-No puedes, y lo entiendo –dije comenzando a gesticular
mientras él me miraba con cara de “no te lo crees ni tú- no, en serio, Dani, lo
entiendo. Es un nuevo proyecto, te hace ilusión, hay muchas cosas que preparar…
Y si todo sale bien, por fin se cumplirá tu sueño. Pero ¿y yo? ¿dónde encajo yo
en todo esto? ¿qué haces aquí conmigo cuando tienes la cabeza en cualquier lado
menos en mi? Me cuesta, me cuesta, pero puedo llegar a entender que de vez en
cuando eches una miradita al móvil –suspire y comencé a jugar con los dedos de
mis manos-. No sé como a cambiado todo tanto…
-Cris, no, por favor, otra vez no… -dijo acercándose a mi y
acariciándome la cara- no quiero discutir.
-No estamos discutiendo…-y volví a fijar la mirada en mis
manos.
-Bueno, eso es verdad, creo que discutes tú sola –sonrió y
me alzo la cabeza suavemente- la verdad es que hace tiempo que me estoy pensado
lo de llevarte a un psiquiátrico, vas de mal en peor. En cualquier momento
empezaras a discutir con las paredes.
-Eres imbecil –dije sonriendo y dándole un pequeño golpe en
el brazo- yo no discuto con paredes. Solo discuto con imbeciles que pasan de
sus novias estando de vacaciones.
-Bueno, seguro que esos imbeciles no tienen una novia como tú
–colocándome el pelo detrás de la oreja- creo que es prácticamente imposible
pasar de ti. Eres como una niña pequeña, hay que estar pendiente de ti todo el
tiempo, si no, te puedes perder o hacerte daño. Eres un pequeño desastre.
-Tú eres peor que yo –cruzándome de brazos pero sonriendo-.
Yo me pierdo con GPS´s a los que se les va la cabeza por otras ciudades, tú
eres capaz de perderte por tu ciudad y dar vueltas durante dos horas.
- ¡Oye! Eso solo me ha pasado una vez… -dijo haciéndose el
ofendido.
-Bueno, yo solo me he perdido una vez también –dije
acercándome y acariciándole la mejilla.
-Entonces estamos en paz –sonrío y se acerco más a mi- somos
los dos igual de desastres…
-Quizás por eso hacemos tan buena pareja –sonreí y entrelace
las manos alrededor de su cuello.
Me pegue más a su cuerpo. Necesitaba tenerlo cerca, sentirlo
cerca. Rozo sus labios los míos… y entonces ¡plaf! Otra vez. Otra vez el jodido
móvil.
-Es Flipy… -dijo mirando a la pantalla y después a mi.
-Ya veo –dije apartándome.
-Tengo que cogerlo –suspire y él arrugo la frente.
-Lo sé, lo sé, cojéelo –y comencé a levantarme- yo voy a
darme un chapuzón.
Volví agacharme para dejar un pequeño beso en su mejilla. Él
sonrío mientras escuchaba lo que le decían al otro lado del teléfono. Comencé
andar hacia la orilla mientras repasaba mentalmente toda nuestra conversación.
Echo de menos lo fácil que eran antes las cosas… Los entendíamos sin hablar.
Ahora por más que hablamos, no nos terminamos de entender.
Fije la mirada en el agua. ¿Ya esta? ¿Esto significa que el
final se acerca? ¿Qué ya no hay más? Yo no quiero perderle… Sentí unos brazos
rodeando mi cintura y pegándose a mi espalda. Sonreí. No puedo perderle.
-¿Sabes? Me acabo de dar cuenta de que aquí no nos conoce
nadie… -y comenzó a deslizar sus labios por mi cuello.
-¿Y? –dije sonriendo y dándome la vuelta para quedar frente
a frente.
-Pues que podemos a hacer lo que queremos… -dijo dándome un
pequeño mordico en el cuello-. Por ejemplo, si quiero abrazarte, te abrazo
–pegándome más a su cuerpo- si quiero acariciarte, te acaricio –acariciándome
la cara- si quiero besarte esa naricita tan chiquitina, lo hago –besándome la
nariz- y mi parte favorita -sonriendo mientras acariciaba mi mejilla- si te
quiero besar… -mirándome a los ojos- te beso.
Rozo sus labios lentamente con los míos. Yo entrelace mis
manos alrededor de su cuello y me pegue a él. Sus labios chocaban suavemente
con los míos y apenas pude reprimir las ganas de sonreír. Había vuelto a casa,
a él y podía decir sin ninguna duda, que era mi lugar favorito en todo el
mundo.”
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